Ensayos, artículos y una serie de escritos de reflexión y de opinión.
Correo del blog: lomaterialyloideal@hotmail.com

lunes, 30 de enero de 2012

La memoria conservadora

Hace muchos años Eduardo Galeano observaba, en función del discurso histórico, que “toda memoria es subversiva porque es diferente”. Pero si se sustrae la historia como relación de hechos sociales, producto de relaciones de fuerza, la memoria tiende a ser conservadora. En consonancia con tal consecuencia, el discurso de recuperación de la memoria que se enfatiza en el Perú, desde hace muchos años, apunta a ello, a saber, conservar el status quo.

La memoria a la que se alude en el Perú, lejos de ser sólo una memoria selectiva __en realidad toda memoria es selectiva, tanto la memoria individual y así como la memoria política-social__ es una memoria que tiende a caer en un maniqueísmo tan tendencioso que convierte al chivo expiatorio en el fantasma ideal que todo orden social requiere para que nada cambie. Me explico: La memoria que se ha institucionalizado y que se reproduce a través del discurso letrado y oral es una memoria que demarca quienes han sido los “buenos” y quienes han sido los “malos”. Obviamente los “malos” son los que hicieron uso de la violencia política en contra del Estado __y que merecen todos los anatemas posibles__, mas no los que hicieron uso de la violencia política en defensa del Estado y la democracia. Al respecto un reputado psicoanalista menciona lo siguiente:

“Nos duele reconocer que las FFAA cometieron innumerables abusos porque nos defendían contra Sendero, el enemigo común. Después del informe de la CVR ya no fue posible ignorar que una combinación letal de racismo, ninguneo y odio permitió que se violaran los derechos de miles de compatriotas cuyo destino nos era, en el mejor de los casos, indiferente”. (Jorge Bruce. La República 29/01/12)
[Ver texto completo aquí: Pulse]

Para el psicoanalista Jorge Bruce, así como para casi todos los que animan el discurso de la memoria post CVR, las Fuerzas armadas (FFFAA) “nos defendían contra Sendero, el enemigo común”. Al respecto cabe reparar en el “nos”, es decir, en el “nosotros”. En el Perú cuando se enuncia el “nosotros” tácitamente se excluye o demarca la referencia a los “otros”, porque el sujeto que lo enuncia no puede eludir la estructura de clases de la que forma parte y se ubica socialmente. Mas aún la universalidad del “nosotros” que prefigura la idea de la nación, en función de la soberanía, como discurso político y cultural ha sido arrogada por los sujetos que siempre han invisibilizado a los “otros”. Por ello para el psicoanalista Bruce, y para los que se identifican con “él” (socialmente hablando), los “otros” que fueron víctimas, no sólo de las FFAA (Fuerzas Armadas) sino también de Sendero (PCP-SL), les era indiferente lo que les sucedía (masacres a diestra y siniestra), hasta que tocaron, no las puertas de la ciudad (porque los atentados, detenciones arbitrarias, torturas, amenazas y masacres continuaban en toda la ciudad de Lima), sino el espacio en el que tenía significado el “nosotros”: Tarata (Miraflores). De ahí que Tarata es para ese “nosotros” el símbolo de la paz contra la “violencia terrorista” y los demás hechos aciagos que acaecieron en todo el país sean simplemente cifras o lugares remotos para olvidar.

A su vez para el “nosotros” “los” desaparecidos por las Fuerzas Armadas evidencia esa dicotomía fenomenológica __que se encuentra de manera tácita en todo discurso sobre la memoria que animan tales sujetos__ en la medida que siempre se lo enuncia como “los” desaparecidos y no como debería ser enunciado: “nuestros desaparecidos”. La razón es obvia por lo anteriormente mencionado. Por ello indigna (o debería indignar) que para los sujetos que se arrogan el “nosotros” escriban sin reparo: “Nos duele reconocer que las FFAA cometieron innumerables abusos porque nos defendían contra Sendero, el enemigo común”. En realidad las FFAA no nos defendieron, a menos que por defensa se entienda apelar a la más brutal represión violenta y descarada contra las clases populares, sospechosas (todas ellas para el “nosotros”) de ser subversivas. La prueba tajante de ello es que nunca hubo redadas o represión alguna en los lugares donde vivía la clase media y la burguesía en el Perú. Los torturados y muertos (nuestros desaparecidos) por la policía y los militares nunca fueron parte del “nosotros”. Todos los detenidos y nuestros desaparecidos en el Cuartel Los Cabitos (Ayacucho) constatan crudamente lo que afirmo. Muchos fueron detenidos injustamente y torturados en función de esa “defensa” contra la subversión, y que muchos de los que enfatizan la memoria silencian o simplemente les es indiferente. Pero antes de levantar cualquier sospecha infundada acerca de lo que afirmo solo repárese en un detalle: ¿Acaso para los campesinos de Putis (o deudos), y demás comunidades masacradas por las fuerzas del orden, las FFAA tan sólo cometieron “abusos” (como sugiere el psicoanalista) porque los defendían contra un enemigo en común? A su vez dudo que se les acuse a ellos (los sobrevivientes), o a las miles de víctimas o a sus deudos, de ser pro-senderistas por el simple hecho de cuestionar los crímenes que cometieron las FFFAA en nombre de la defensa de la democracia.

Si uno reconoce como sucedieron las cosas no en función del “nosotros”, sino de los “otros” (la mayoría de las víctimas que no se identifica, o no maneja el discurso sobre la memoria, o, en todo caso, lo desconoce) cabe interrogarse ¿por qué tal memoria post CVR es conservadora? Con tal interrogante no me refiero al contenido del Informe sino a las frases y las consecuencias discursivas que se reproducen en la Sociedad Civil o Estado Ampliado, tal como Gramsci observaba. En gruesas líneas el discurso de la memoria reproduce la siguiente idea: "El terrorismo es el causante de todo lo vesánico que sucedió durante los años 1980-1992; que la acción terrorista fue lo demencial (no niego el hecho ni su rasgo vesánico) y la acción de las FFAA fue tan sólo un exceso porque nuestras FFFAA no sabían contra quienes combatían". ¿Acaso tal memoria no recuerda una institución llamada La Escuela de las Américas, en la que se formaron muchos de los mandos militares que asumieron la lucha contrainsurgente, especialistas todos ellos en torturas y masacres consentidas y avaladas por los gobiernos de turno? ¿Acaso una democracia puede apañar las torturas y masacres consentidas sin dejar de perder su legitimidad como lo hicieron los gobiernos de los ciudadanos Fernando Belaúnde (1980-1985) y Alan García (1985-1990)? Dicho sea de paso, el “nosotros” recuerda (y califica) al primero como un gran "demócrata" y, sobre el segundo, el "nosotros" no tuvo reparos de llevarlo nuevamente a la presidencia de la república (En la "segunda vuelta" electoral, del año 2006, lo apoyaron descaradamente).

A su vez para el discurso de la memoria lo que sucedió antes de 1980 es todo lo contrario a un escenario de violencia: “sin democracia, pero sin violencia”. Lo cierto es que el país no fue nada democrático antes de 1980, y desde luego nada pacífico, el militarismo fue su característica más constante durante todo el siglo XX. Tal “memoria post CVR” es análoga o emula a la memoria que tienen los afectados por la Reforma Agraria. Precisamente son ellos, el “nosotros”, los que satanizan hasta ahora al Gobierno de las Fuerzas Armadas, y por ende al General Juan Velasco Alvarado, como si antes de la Reforma Agraria la vida social en el país hubiese sido la más democrática y libertaria posible. Desde luego que tal vez lo fue para unos pocos, pero para la mayoría, que apoyó y aún valora al General Juan Velasco Alvarado, el país no fue nada idílico, ni mucho menos nada democrático. Pero si de violencia política se trata ¿acaso se olvida las acciones armadas del MIR, con atentados en la ciudad de Lima (1965), y las acciones armadas del ELN (1963) en el que participó el laureado joven poeta Javier Heraud (empuñando el fusil desde luego)? ¿Y la insurgencia del movimiento campesino (1945- 1964) en las tomas de tierras (1972-1980)?

Por ello ahora cuando se enfatiza la memoria no es en función sólo de la violencia del pasado, sino, aunque suene absurdo, también sobre la “violencia del futuro” (lo probable, lo que puede ser, el tal vez), esa "violencia a posteriori" es la que genera indignación al “nosotros”, por la impunidad, pero no ante la impunidad cometida por aquellos gobiernos “democráticos” (Belaúnde y García), sino contra la impunidad que pretenden para sus líderes los que ya cumplieron condena por lo que hicieron, a saber, el MOVADEF. No esta demás recordar que los militares aún gozan de la impunidad por lo que hicieron, son pocos los procesados, al respecto los que enfatizan la memoria y que se muestran como los más furibundos enemigos del MOVADEF no quieren recordar o escribir alguna nota al respecto, porque para ellos el enemigo es Sendero (un fantasma del pasado). Lo cierto es que actualmente no hay enemigos por la sencilla razón de que la guerra ya terminó.

Pero volviendo a la memoria post CVR, si el país antes de 1980 fue un país pacífico (como nos lo quieren hacer creer o en todo caso no se quiere recordar lo que sucedía antes de 1980) ¿por qué se generó la violencia armada? ¿Por enfatizar un discurso histórico de violencia a través de escuela? ¿Por el protagonismo de un líder fanático que quiso (y quiere) conquistar el mundo? Aunque las interrogantes parecen corresponder al guión de una película de Hollywood son respuestas (vueltas interrogantes) que enuncian sin reparos quienes animan la memoria en el Perú. Al respecto un reconocido sociólogo escribe lo siguiente:


“Otro tema es lo que sucede en las universidades. En realidad, la existencia de militantes del Movadef no es resultado de la desinformación: por el contrario, es consecuencia de la manera en que funciona buena parte de la escuela y la educación superior pública, siguiendo patrones autoritarios, de mala calidad, excesiva ideologización y dogmatismo en torno a un “empobrecido marxismo de manual”, tal como fue señalado por la CVR”.

“Se suele presentar allí una narrativa derrotista y fatalista sobre el país, una imagen falsamente crítica que lo presenta como víctima inerme de siglos de injusticias y explotación sin esperanza de cambio. De allí a denunciar a la democracia y a sus instituciones como una farsa y a asumir que la redención solo vendrá con una revolución dirigida por una vanguardia que implicará un alto costo de sangre, no hay demasiada distancia. ¿Qué hemos hecho desde las universidades y desde las ciencias sociales para combatir estas visiones?” (Martín Tanaka. La República 29/01/12)
[Ver el texto completo aquí: Pulse] 

Para el sociólogo, así como para muchos, el MOVADEF es lo mismo que el PCP-SL (Sendero). Pero lo que llama la atención es que para tan reputado investigador la existencia de militantes del MOVADEF se deba a un problema educativo, en la medida que es discursivo (discurso autoritario que se contrapone a un discurso democrático) y la consecuencia de tal narrativa, a saber, quien cuestione a la democracia realmente existente se encuentra próximo a la subversión. Lo último a modo de voz en off del “nosotros” es sugerente: "¿Qué hemos hecho desde las universidades y desde las ciencias sociales para combatir estas visiones?" Una respuesta tentativa es recordarles que han insistido y apelado a una memoria conservadora y defensora del status quo. Son ellos, los socialdemócratas (tildados de caviares por cierta derecha y por los “indignados”) quienes hoy insisten en la defensa de la institucionalidad de la democracia liberal (igual que los liberales) mientras no se cuestione nada del modelo económico. Y si hay algún cuestionamiento, para eso está la memoria maniquea que han legitimado, memoria en el que no se cuestiona el poder del Estado, ni al poder económico. Poder económico que atenta contra muchas comunidades campesinas, a través de las trasnacionales, en donde viven muchos de aquellos que llaman “otros”. Para los socialdemócratas no cabe recordar sobre los salarios de los trabajadores (el sueldo mínimo), ni mucho menos recordar cuales han sido las condiciones materiales de existencia de miles de hombres y mujeres populares (tan similares en la actualidad). Para ellos la subversión es producto de un “discurso violentista” y nada más. Por ello en el fondo el slogan “recordar para que no se repita”, no es más que “recordar para que nada cambie”. Ya que esa “memoria” no está vinculada a ningún proyecto de país (ni siquiera se ha reparado a las víctimas en su totalidad) porque tan sólo azuza miedos (el terrorismo) y fantasmas (Sendero) sin encararlos como corresponde a toda vida democrática.

Finalmente, frente a esa memoria conservadora cabe suscribir lo que el artista Christian Franco increpa__ a través de uno de los sujetos que enfatiza la memoria en el arte, a saber, Miguel Rubio (Director de Yuyachcani)__ sobre el papel político que cumplen los socialdemócratas (caviares) en la política nacional:

“Miguel Rubio, tú ya sabes que no te puedo de dejar de pensar como un representante de la izquierda caviar , y que el papel que ha jugado la izquierda caviar en nuestra historia para mi es mucho mas nocivo que positivo, es una izquierda que se ha dedicado a establecer un status quo, en nombre sobre todo de la memoria, (han) representado a los que no pidieron ser representados, y que es el principal filtro para toda posible revolución, ya que ha sostenido la institucionalidad corrupta del sistema, mas hoy las cosas están cambiando, y la gente ha desarrollado sus propios performances, aquí esta Bagua y las luchas contra las mineras principalmente y en el mundo está la protesta de los indignados en más de 80 países, como reaccionas ante eso, en España la lucha no es contra la derecha, es mas bien justamente contra la tercera vía, contra la socialdemocracia, que al fin resultó ser mas derecha que la derecha, como reaccionas con tu trabajo, tú acabas de reivindicar tu espacio escénico, pero en el te quedas en los juegos de representaciones y un discurso que esta muy lejos de cuestionar el poder (…)” [Las negritas son mías]
[Ver el texto completo aquí: Pulse]






Juan Archi Orihuela
Lunes, 30 de enero del 2012
______
(*) Para contraponer a la memoria conservadora, en la imagen superior derecha se encuentran los hombres y mujeres (populares) que participaron del Paro Nacional de 1977. Tal imagen afirma una memoria que cuestiona al status quo mediante el recuerdo de que ha sido posible la organización popular. Organización popular que, a través del poder popular, posibilitó la caída del régimen militar de Morales Bermúdez.


(**) También cabe escuchar una vieja canción de Piero, ya olvidada, y que vale recordar para dejar de lado todo miedo que azuza la socialdemocracia en el Perú: