La literatura soviética estuvo en gran parte
marcada por la guerra. La misma revolución socialista comprendió una
insurgencia armada que se resolvió internamente mediante una guerra civil entre
los revolucionarios y los contrarrevolucionarios (1918-1920). Asimismo cuando
la expansión imperialista del nazismo durante la llamada Segunda Guerra Mundial
llegó a la URSS,
la guerra fue el tema urgente e ineludible de la producción literaria de los escritores
soviéticos. Ante la agresión imperialista del nazismo, los soviéticos
respondieron con una guerra defensiva a la que históricamente han llamado La
Gran Guerra Patria (1941-1945).
Precisamente muchos de los hechos que acaecieron en La Gran Guerra Patria fueron
recreados por la literatura soviética.
Tal rasgo que caracterizó a la literatura
soviética respondía a la ineludible condición del escritor. Muchos de los escritores
soviéticos fueron al frente de batalla en defensa de la patria socialista, ya
sea como corresponsales de guerra o como soldados del Ejército Rojo de la URSS. Por eso muchos de
los escritores conocían de cerca, en función de la experiencia, los horrores de
la guerra y el heroísmo de los que luchan en la línea de fuego.
Mijail Shólojov fue corresponsal de guerra
durante la Gran Guerra
Patria, su novela Ellos lucharon por la
patria (1942) fue escrita en pleno avance del ejército nazi hacía la región
de El Don. Por eso su novela tiene el mérito de ser un relato vivo por los
hechos que relata (y no sólo los hechos de la guerra, sino también de la vida
cotidiana), un relato muy sentido sobre el sentir del soldado soviético que
orgullosamente se siente rojo, a saber, comunista; pero sobretodo es una novela
reflexiva. Lo último llama la atención porque la guerra no da tiempo para
pensar sino tan solo para actuar.
En la novela es posible distinguir dos
momentos, a saber, antes de la guerra y durante la guerra. En el primer
momento, se recrea parte de la vida del ingeniero agrónomo Nikolai Semionovich
Streltsov a través de una serie de problemas familiares por el que pasa (problemas
con la esposa, con la dirección del Koljoz; y el repentino encuentro con el
hermano que estuvo preso injustamente durante el periodo de las purgas,
sospechoso de ser contrarrevolucionario) y cuando al parecer los problemas se
disipan estalla la guerra. En el segundo momento, el relato recrea, en un
escenario de trincheras, la defensa heroica que realiza una columna del Frente
del Don para evitar el avance de la agresión imperialista del nazismo a
Stalingrado en 1942. En general, en la novela no hay grandes batallas, sino una
tenaz resistencia de un grupo de hombres en defensa de la patria.
Históricamente se sabe que los nazis lograron
llegar a Stalingrado unos meses después (agosto de 1942). Por eso la novela no
es un canto a la victoria del pueblo soviético, sino un aliento de resistencia.
Frecuentemente los soldados que resisten toda agresión y perecen quedan en el
olvido de la historia. Precisamente la novela apunta a mantener en el recuerdo
el papel que cumplen los soldados en defensa de la patria. Soldados como Iván Zviáguintsev, Piotr Fedótovich Lopajin,
el joven Kochetígov, Nekrásov, Kopitovski, Nikolai Streltsov y el teniente
Goloschókov y demás personajes; así como los médicos
anónimos o la joven enfermera que ayudaba a levantar a los heridos en el campo
de batalla, son para Sholojov los que realmente luchan por la patria y
representan la resistencia tenaz ante la agresión imperialista. Personajes
todos ellos que expresan una serie de emociones que caracterizaban al pueblo
soviético en aquellos duros años de la guerra. El pesar del soldado de
extracción campesina y el sacrificio del joven soldado son dos fuertes
emociones que se encuentran en la novela.
Al respecto del sentir de muchos soldados que
provienen del campo, Sholojov relata lo siguiente:
“En los largos meses pasados en el
frente, Zviáguintsev había visto muchas muertes, calamidades y sufrimientos;
había visto aldeas destruidas y carbonizadas; fábricas voladas, montones
informes de ladrillos y cascotes donde no hacía mucho lucían ciudades; había
visto huertos frutales aplastados por los tanques y mutilados mortalmente por
el fuego artillero, pero en toda la guerra ese día era la primera vez que veía ardiendo
trigales granados en una enorme extensión de la estepa, y le invadió la
tristeza. Caminó largo rato tragándose sin querer los suspiros; sus ojos secos
miraban atentamente a los dos lados en la luz crepuscular, a los campos negros
como el carbón incendiados por el enemigo, y alguna vez arrancaba junto a la
cuneta una espiga de trigo o de cebada, pensando en cuanta riqueza del pueblo
se estaba perdiendo inútilmente en la guerra implacable a todo lo viviente, que
hacía el alemán.” [p.119].
Y ante el sacrificio de los jóvenes soldados en
el frente de batalla (como por ejemplo el joven Kochetígov), soldados mayores
como Lopajin con gran pesar lamenta lo siguiente:
“¡Era todo fuego ese muchacho! Un
verdadero secretario del Komsomol [1], como no había
otro en el regimiento. ¿Qué digo en el regimiento? ¡En la unidad más grande! ¡Y
como incendió el tanque! Este ya le había aplastado, enterrándole medio cuerpo;
le había machacado todo el pecho… Le brotaba sangre de la boca, yo mismo lo vi,
y él se incorporó en la trinchera, muerto ya, con el último aliento, y lanzó la
botella… ¡Lo incendió! (…) ¡Aún no había tenido tiempo de vivir, acababa de
echar las plumas, pero tenía un corazón de águila! ¡Fíjate de lo que ha sido
capaz, de que heroísmo, eh! Y yo… Cuando ante mis ojos matan a estos muchachos
de dieciocho o diecinueve años me dan ganas de llorar, hermano… ¡De llorar y de
matar sin piedad a esa canalla alemana! No, hermano, si muero yo es
completamente distinto; soy perro viejo, ya he olisqueado la vida por todas
partes, pero cuando sucumben gentes como Kochetígov, mi corazón no resiste,
¿entiendes? (…)” [p.172].
Y asimismo, el valor de las jóvenes mujeres que
asisten a los heridos en pleno campo de batalla es sentido con gran
preocupación por el soldado Zviáguintsev (quien fue ayudado por una de ellas),
sentimiento que se asemeja a lo que siente un padre por su hija:
“¡Si es una criaturita, una
criatura! Debería acudir aún con sus libros a la última clase de la escuela, a
aprender álgebra y aritmética, y aquí la tienes pasando miedo bajo el
inaguantable bombardeo, desgarrándose el vientre, llevando a rastras hermanos
nuestros…” [p.191].
Pese a la agresión y al avance del ejército alemán,
en la novela quienes luchan por la patria
no pierden las esperanzas de que tanta agresión al pueblo soviético acabará y
será contrarrestada. La huida al lado este del Don por los civiles
(generalmente campesinos koljosianos) expresa la situación crítica de la guerra, incluso
las bajas que sufren los soviéticos son preocupantes. Pero la defensa de la
patria exige sacrificios y hacia eso apunta la novela.
Sobre la patria hay discusiones que van desde
la negación de la misma (como un significante) hasta su esencialización
(ahistórica y circunscrita a un imperativo moral). En la novela la patria dista
de todo ello, porque la patria la comprenden los hombres y mujeres que producen
roturando el campo en los Koljoz, quienes trabajan en las fábricas, quienes
estudian en las escuelas, quienes cuidan a los niños y quienes se han enlistado
en las filas del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos (nominación completa de la Fuerza Armada de la URSS). Por eso culturalmente
hablando, la defensa de la patria en los tiempos de guerra se convierte en la
defensa del bienestar del pueblo que le da sentido no sólo a la historia que
relata Sholojov sino a la vida social misma.
Juan Archi Orihuela
Martes, 31 de diciembre de 2013.
_______________________
[1] El komsomol fue una organización de la
juventud comunista de la URSS.
En el siglo XX hubo una frase muy conocida de
Lenin que pretendía animar la unidad y la militancia entre los comunistas, a
saber, “hay que cuidar al partido como a la niña de nuestros ojos”. La figura
retórica leninista es tan diáfana y precisa que no cabe hacer glosa alguna al
respecto. Empero ¿qué implica en los hechos cuidar a “la niña de nuestros
ojos”, es decir, al Partido Comunista, más allá de la simple retórica? La
novela La niña de nuestros ojos
(2010) del escritor peruano Miguel Arribasplata Cabanillas responde
figurativamente a aquella interrogante, cuyo título e historia cobra
todo su sentido en función de aquella frase leninista.
La niña de nuestros
ojos es una novela que
sobresale entre todas las que se han escrito hasta el momento sobre la
insurgencia armada [1], que acaeció en el Perú
entre 1980 y 1992, por su estructura narrativa (se asemeja al rodaje de una
película) y por el manejodel discurso
político que exige cada uno de sus personajes. Lejos de recrear una historia
cansina y descafeinada en función de esa ideología que enfatiza la violencia
como un fantasma que sólo aterra y que es llamada y conocida como “violencia
política”, Arribasplata recrea al principal protagonista de la guerra
insurgente, a saber, el Partido Comunista del Perú desde su escenario principal:
la guerra insurgente en el campo.
Toda la novela se desarrolla a lo largo de lo
que Mao Tse Tung llamó la guerra popular
prolongada, presentada a modo de un rompecabezas que el lector arma al
final de la historia. Las comunidades campesinas de Yonán, Yuvé y Challwa se
encuentran en ese escenario de disputa entre los insurgentes (Los militantes
del Partido Comunista) y la constrainsurgencia (Rondas Campesinas, Fuerzas
Armadas y policiales) cuya referencia más próxima es el río Pachachaca (Apurímac).
Desde el primer capítulo hasta el último, la guerra de guerrillas empleada por
los insurgentes, así como la represión que ejercen tanto las Rondas Campesinas (organizadas y dirigidas por las Fuerzas Armadas), las Fuerzas Policiales y Militares, se encuentran presentes
de manera dosificada, generando y asegurando la
atención del lector. Asimismo, la novela recrea una serie de contradicciones en
el interior de las comunidades campesinas y entre comunidades campesinas
aledañas, cuya tensión es originada por hechos que ocurrieron antes del inicio
de la insurgencia armada. Por eso en la novela, la vida en el campo (la reproducción
de la vida social del campesinado de los Andes) no es llano.
A lo largo de la novela aparecen y se suceden
una serie de personajes como Carmen, Medardo, Santiago, Eloy, Hugo,Iván, Rosario, Willy, Pablo, Ernesto, Enrique
y demás guerrilleros; así como Nicasio Merma, Casildo Huaroc, Casinaldo
Collahua, Adela Chupipoma y demás campesinos; Sergio Cipayo (Jefe de Ronda
Campesina), Benedicto Poma (Alias el zorro y jefe de una Ronda Campesina,
ronderos apodados “el cuy” y “el chancho”, entre los ronderos; los comandantes
Luciérnaga y Lince, el capitán Rafael, el teniente Maquisapa, el sargento
Indalecio Iñigo, el guardia Portuguez, el teniente Quispe y el teniente Gaviota
entre las fuerzas del orden. Al parecer esta estrategia narrativa tiene por
finalidad expresar la dinámica de la guerra al margen del protagonismo de
cualquier sujeto, empero es ineludible reconocer el papel protagónico que juega
el Partido Comunista a través de su ideología política y de sus acciones
armadas.
Con respecto a la ideología política del
partido que se recrea en la novela, en el poema Elogio al Partido de Bertolt Brecht hay un verso muy conocido que
puede ayudar a entender aquel asunto, a saber, “El individuo tiene dos
ojos/el partido tiene mil ojos”. Mutatis mutandis, el Partido Comunista
del Perú enfatizó, siguiendo la tradición del comunismo internacional y
obviamente a Brecht, que “el partido tiene mil ojos y mil oídos”. Pero aquella
consigna no sólo es una simple consigna para advertir o amenazar al adversario
sino que expresa la condición omnipresente del partido en el desenvolvimiento
de la guerra y que permite a los militantes forjarse una moral de vencedores
mediante sus acciones armadas.
Otro gran detalle que uno puede encontrar en la
novela es, aunque breve, la historia de vida de algunos de sus personajes antes
de ingresar al partido, a saber, hombres y mujeres del pueblo trabajador que
más allá de asumir una ideología política los anima una experiencia de vida.
Por eso en los pasajes de la guerra que recrea la novela, los militantes oscilan
entre deseos humanos y terrenales, así como la capacidad de entrega que se
exigen por tener una militancia militarizada. A pesar de que teóricamente en
una estructura militarizada no hay posibilidad a cuestionamiento alguno, los
partidos comunistas se han caracterizado por ejercer lo que llaman la autocrítica.
En un pasaje de la novela, personajes como Medardo y Santiago expresan esa
actitud que frecuentemente se ha negado a los militantes de un partido preparado
para la guerra. Al respecto Medardo menciona lo siguiente:
“Lo cierto es que hemos caído en una
especie de culto al guevarismo, al hechismo, de la acción por la acción. El
partido es un dios rabioso y vengador, el presidente Rodrigo tiene que variar
la estrategia y la táctica general de la revolución antes de que esto se
convierta en noche ineluctable” (p.143).
Asimismo, Santiago enfáticamente menciona en
una discusión subida de tono (se le acusaba de ser “desviacionista”, que en
jerga partidaria significa que el militante se desvía de la línea que exige la
dirección del partido) lo siguiente:
“Siempre hemos sido fieles a la
línea y a las decisiones del partido y hemos expuesto muchas veces nuestras
vidas en las acciones pasadas. Hemos aceptado morir por la revolución y estamos
condenados a eso sin avizarar el futuro rojo, (pero estamos) cayendo en un
extremismo militarista y en un mesianismo igual de místico que cualquier
religión” (p. 145).
Tales confrontaciones llaman la atención y
oxigenan el relato de la novela porque anudan el desenlace de la historia en un
escenario muy convulsionado.
Qué duda cabe, Miguel Arribasplata ha escrito una novela muy atrevida, no sólo por su lenguaje y la elaboración de sus personajes, sino porque ha recreado una de las percepciones más silenciadas en el Perú contemporáneo sobre los hechos de la insurgencia armada. Más aún, si uno repara en el macartismo (anticomunismo) que aún se reproduce en los espacios políticos e intelectuales del país (a modo de censura y sobretodo de autocensura), La niña de nuestros ojos, hecha novela, nada contra la corriente.
Juan Archi Orihuela
Lima, 19 de diciembre del 2013.
__________
[1] En el Perú se han escrito varias novelas al
respecto, las hay interesantes (“Rosa Cuchillo” de Óscar Colchado, “Trece días”
de Agustín Machuca Urbina,“Ilusiones
perdidas” de Ernesto Ramos Berrospi) y también descafeinadas y burdas (“La hora
azul” de Alonso Cueto, “Abril rojo” de Santiago Roncagliolo). Asimismo hay
libros de cuentos muy interesantes que muestran el talento de sus autores como
“Golpes de viento” de Víctor Hernández (en el que el cuento “Cantarina”
sobresale por su estructura narrativa) y “Camino de Ayrabamba y otros relatos”
del Grupo Literario Nueva Crónica; también los cuentos de Dante Castro son
sugerentes al respecto como por ejemplo “Parte de Combate”.
Referencia bibliográfica
ARRIBASPLATA CABANILLAS, Miguel
2010 La niña de nuestros ojos. Arteidea, Lima.
Mijaíl Shólojov (1905-1984) fue uno de los grandes escritores soviéticos que destacó en el siglo XX. Su producción literaria ha sido reconocida mundialmente en 1965 con un merecido Premio Nobel. Su narrativa se asienta, como no podía ser de otra manera, en el realismo ruso, que a lo largo del siglo XX se caracterizó por estar estrechamente vinculada con la lucha del pueblo ruso y con las transformaciones sociales que generaba la construcción del socialismo. La consecuencia de tal rasgo, culturalmente acicateó el talento de muchos jóvenes escritores que como Shólojov no provenían de las clases privilegiadas que caracterizaba a la Rusia zarista, sino de las clases trabajadoras (obreras y campesinas).
La guerra marcó a muchos escritores soviéticos, Shólojov fue uno de ellos. A los 15 años el joven Mijaíl Shólojov se hizo combatiente y formó parte de una unidad especial del Ejército Rojo (en 1920) cuya misión fue aplastar a la contrarrevolución que había iniciado la guerra civil contra el poder soviético en las estepas del Alto Don. Fruto de aquella dura experiencia fueron los Cuentos del Don (1925) y su monumental novela en cuatro tomos El Don apacible (1928) [La publicación del primer tomo fue en 1928 y los demás aparecieron luego entre 1930-1940].
Shólojov fue hijo de campesinos pobres, procedente de una aldea rural, su familia formaba parte de aquellos grupos cosacos asentados cerca al río Don. Esa cercanía con el campo y con las costumbres del campesino ruso cosaco, se ve muy bien expresada en algunas de sus novelas. Por eso la recreación de la condición social y cultural del campesinado ruso en la narrativa de Shólojov permite que el lector se acerque, por otros medios claro está, a tópicos tan complicados de entender por quienes son ajenos a la vida del hombre en el campo. Entre aquellos tópicos que forman parte de la vida del hombre que rotura la tierra se encuentran: el problema de la tierra, sus condiciones materiales de vida, así como sus deseos, ojerizas, temores y esperanzas. Pero la vida en el campo no es nada idílica.
Como históricamente se sabe, el campo ruso había pasado por una serie de fases económicas que lo habían marcado económica y socialmente tras el triunfo de la Revolución Rusa. La primera fue el "Comunismo de guerra" (1918-1921) que impuso medidas extremas de racionamiento y requisición a la producción del campo. El Estado soviético monopolizó la producción agrícola, incautando la producción del campesinado y dejando sólo lo necesario para la subsistencia de las familias campesinas. A ello se sumaría el trabajo obligatorio, la prohibición del comercio libre y las leyes impuestas sobre el comercio del pan y el grano, medidas que resintieron a la clase campesina, hecho que fue muy bien capitalizado por los contrarrevolucionarios que no dudaron en azuzar esas contradicciones que el nuevo poder generaba. Tales hechos hicieron posible que la guerra civil (1917-1923) que se desató entre los rojos (los revolucionarios) y los blancos (los contrarrevolucionarios), colores con el que se les conocía y diferenciaba a los ejércitos que lidiaron en aquella guerra civil, alcanzara la crueldad que desangró terriblemente al campo ruso. Por eso en 1921 la NEP (La Nueva Política Económica) que impulsó Lenin tuvo como uno de sus objetivos apaciguar esas contradicciones y el descontento generado en el campo. Empero la NEP (1921-1928) creó nuevos problemas al estimular la aparición de una nueva burguesía, y en el campo reforzó el poder y la posición de los campesinos ricos (los kulaks) en desmedro de los campesinos pobres. Luego de esas dos fases se inicia una tercera, a saber, la colectivización del campo comprendido en el Primer Plan Quinquenal (1928-1932). La aplicación del Primer Plan Quinquenal no fue nada fácil para el poder soviético, costó mucho esfuerzo y sacrificio para el país en su conjunto, la experiencia en el campo es prueba de ello.
Sobre esa dura experiencia de la colectivización en el campo trata la novela Campos Roturados cuyo primer tomo se publica en 1932, fecha además en el que finaliza el primer Plan Quinquenal; el segundo tomo se publica tardíamente entre 1954 y 1960, por una serie de razones, durante la Segunda Guerra Mundial una bomba destruye el hogar de Shólojov, perdiéndose así los manuscritos del segundo libro casi concluido, hecho que exige al autor a rehacerlo todo de nuevo, con el mismo ánimo que exige la reconstrucción del país devastado por la guerra. Campos Roturados recrea la experiencia de la colectivización de la tierra. Tal medida tuvo como punta de lanza la necesaria creación de los Koljoz (Granjas colectivas). Muchos de los pasajes que recrea la novela son fruto de la experiencia de su autor como organizador de Koljozes en el Don. Cuando Shólojov asumió la labor de organizador de Koljoz presenció el sabotaje que celosa y secretamente tramaron los kulaks (campesinos ricos) contra el poder soviético, a saber, asesinatos de campesinos comprometidos con el poder soviético, acaparamiento de la cosecha, sacrificio de animales del koljoz, quema de la cosecha, esparcir rumores contra el poder soviético y la confabulación en unión con algunos remanentes de la contrarrevolución zarista.
En gruesas líneas, Campos Roturados muestra una serie de contradicciones que acaecen en la vida del campo ruso, que no se reduce sólo al carácter de clase entre los kulaks (campesinos ricos) y los campesinos pobres o medios, sino que también comprende la rivalidad entre stanitsas (poblados cosacos), ahora organizados en koljoz, la rivalidad interna entre familias campesinas de una misma stanitsa, así como los miedos y recelos del campesinado ante las medidas que el nuevo poder (el poder soviético) ejerce. Todo ello acaece en la stanitsa de Grimiachi Long en el que la inexperiencia de sus dirigentes, jóvenes muchos de ellos, van hilvanando las historias de vida de los miembros que comprenden aquel poblado campesino.
En Campos Roturados la idiosincrasia del campesinado ruso cosaco, que su autor conocía muy bien, es un tema muy bien trabajado, así como la resistencia del campesinado, aferrado aún a la propiedad y carente de organización, ante el cambio que el poder soviético ejercía. Sin lugar a dudas Semión Davídov es el personaje de la novela, obrero de la fábrica de Putilov (en Moscú) es designado para organizar en Gremiachi Long el koljoz. Junto a él se encuentran Makar Nagúlnov (Secretario de la célula del Partido Comunista de Gremiachi Long y ex-combatiente del ejército rojo cosaco que enfrentó la contrarrevolución en el Don) y Andréi Stepanovich Razmiótnov (Presidente del Soviet de Gremiachi Long, joven cosaco, también ex-combatiente del ejército rojo), las historias de ambos personajes le dan oxigeno a la historia en su conjunto porque sus dramas personales hilvanan las demás historias de vida de una serie de personajes que aparecen a lo largo de la novela, campesinos todos ellos que hacen que Campos Roturados diste de ser una mera novela panfletaria y adquiera la belleza que caracteriza a la narrativa de Shólojov. Las historias del ya viejo herrero Ippolit Sidorovich Shali y del abuelo Schukar, son muy sugerentes al respecto, a pesar que ambos personajes no tienen los mismos ritmos. El herrero Shali es callado, serio y muy observador, mientras que el abuelo Schukar tiene un papel muy jocoso y a la vez muy tierno. En el segundo tomo de la novela el abuelo Schukar se lleva las palmas, no porque sea un convencido comunista (ni siquiera el abuelo sabe muy bien qué es ser un comunista) o haga actos heroicos (casi toda su vida se la ha pasado a salto de mata), sino porque se convierte en el personaje que identifica, mediante sus ocurrencias, al pueblo campesino, al cosaco del Don.
Por otro lado, con la lectura de Campos Roturados uno reconoce, parafraseando parte de una canción conocida, que tan "absurdo es suponer que el socialismo es sólo la igualdad y las buenas leyes, el sueño se hace a mano y sin permiso, arando el porvenir con viejos bueyes". Precisamente los viejos bueyes, junto al duro trabajo del campesino, las dificultades por las que pasa toda organización popular, se recrean muy bien en la novela, así como se muestran los errores y los nuevos problemas que genera el poder soviético en el campo. Al respecto, entre otros pasajes, el herrero Shali espeta a Davídov (el presidente del Koljoz) lo siguiente:
"__ Enseño el oficio a un huerfanito. Ningún mozo quiere trabajar en la herrería. ¡El poder soviético los tiene categóricamente mimados! Unos quieren ser médicos, otros, agrónomos o ingenieros, y yo me pregunto: cuando nos muramos los viejos, ¿quién va a hacer botas, coser pantalones y herrar caballos para el pueblo? Lo mismo pasa con mi oficio: no hay forma de conseguir que alguien venga a trabajar a la herrería; huyen del humo de la fragua como el diablo del agua bendita" (Tomo 2, p.143).
Por todo ello, Campos Roturados es una novela muy aleccionadora, históricamente hablando, y también muy reflexiva en diferentes pasajes e historias de vida de sus personajes. Si hay algo que caracteriza a la novela en su conjunto es esa compleja trama humana de quienes han luchado y convivido y conviven aún en la pobreza y la adversidad en la vida del campo; y, sobretodo, se encuentra aquella esperanza que anima la vida de millones de hombres y mujeres del campo que luchan a pulso por una nueva sociedad.
Hace algunos días el escritor peruano Dante
Castro, autor de libros de cuentos como Otorongo
y otros cuentos (1986), Tierra de
Pishtacos (1992), Cuando hablan los
muertos (1998), Cuentero de monte
adentro (2007) y demás, se atrevió metafóricamente hablando a nadar contra
la corriente, a saber, emitir una opinión política contraria (y tan necesaria a
mi juicio) al ideario que ciertos “liberales de izquierda” pretenden abanderar
como si fuera un tema en la agenda de la izquierda en el Perú, a saber, el
"matrimonio gay" [Ver Aquí]. La reacción, tan predecible, no se hizo esperar, a
saber, la descalificación chirriante, los insultos manidos, así como aquella
muletilla de llamar “homofóbico” a Dante Castro. De igual manera sucedió con un
reconocido líder como Marco Arana, a quien se le cuestionó de todo y a quien
también se le calificó tan sueltamente de “homofóbico”, simplemente porque
consideró que sobre esos temas se debe debatir.
Empero, la irritación que generó Dante Castro entre
aquellos que se consideran así mismos
como ciudadanos justos y correctos, “luchadores” y “defensores de la libertad”,
fue una horterada catarsis. Tales descalificaciones al parecer dan un límpido
mensaje, a saber, para los “liberales de izquierda” o simplemente liberales
(para llamar a las cosas por su nombre) no cabe disentir, ni mucho menos cuestionar,
como lo hace Dante Castro, hacia donde apunta, políticamente hablando, tal
ideario pretendidamente “libertario”.
Sobre aquel ruidoso caballito de batalla que eventualmente
embanderan los liberales de izquierda, a saber, la “libertad”, Dante anota
desde el saque y en bloque lo siguiente:
“Dizque en una economía liberal
puedes optar por la mercadería que más te gusta. Libre concurrencia desde Adam
Smith hasta Hayek. Dizque puedeshacer con tu cuerpo lo que quieras: abortar, mutilarte, consolarte con aparatos
para placeres solitarios, cambiar de sexo, etc. Para eso hay ofertas de
todo tipo. Y por qué no la legalización
de las drogas. Uno debe ser libre para escoger la forma de suicidarse.
Hasta a la naturaleza de una persona se le llama "opción sexual" y a los niños les enseñarán en el futuro
a que pueden elegir enamorarse de un varón o de una mujer. Dizque en este
sistema el interés privado puede más
que el interés público. Por lo tanto, el neoliberalismo es el sistema más justo
para algunos elementales de la comunidad LGTB”. [Las negritas son mías].
El cuestionamiento a toda ideología pasa por
considerar las consecuencias de sus ideas- fuerza. Para el caso de las ideas
liberales, esta se encuentra en el significante de la libertad. El
neoliberalismo, como ideología, no sólo es una prolongación del liberalismo por
otros medios, sino que se compagina muy bien con el sentir y el deseo de
ciertos sujetos fachendosos que insistentemente se la pegan de “libertarios”. En
lo anotado por el autor de Tierra de
Pishtacos, uno puede reconocer cuatro actitudes que orientan aqueldiscurso y práctica “libertaria” en la
actualidad: el cinismo (“puedes hacer
con tu cuerpo lo que quieras”), el escapismo
(“la legalización de las drogas”), el sexismo
[entendida en su primera acepción como “atención preponderante al sexo en
cualquier aspecto de la vida”] que viene sobrevalorando la volición en función
del goce (la llamada “opción sexual”) y el individualismo
(“el interés privado”).
Pero no sólo Dante Castro llama la atención
sobre aquellos rasgos que comprenden aquel discurso considerado por algunos
como “progresista”, sino también sobre lo obcecado que resultan aquellos
discursos sobre el género y la etnicidad que frecuentemente uno escucha o lee, casi
siempre acompañado de actitudes fachendosas y paternalistas que reproducen sus
correspondientes sujetos emisores. Al respecto Dante menciona lo siguiente:
“(…) Allí está Obama y cierta
izquierda celebró la elección de un afrodescendiente. Mañana elegirán
presidente de EEUU a un gay o una lesbiana y los izquierdistas de shopping
center celebrarán como celebraron aquella ceremonia del Oscar en que dos lesbianas
se besaron públicamente (…)”.
Asimismo a juicio de Dante, la madeja de los
liberales también la ovillan o la enredan las feministas a partir de la llamada
“cuota de género”.
“Ya vemos que no se trata de
igualdad de derechos simplemente. Pero hay derechos que se pretenden imponer a
través del objetivo matrimonial: la cuota de género, por ejemplo. Así como hay
que buscar mujeres para cumplir con la cuota de género al inscribir listas
congresales, mañana tendremos que buscar gays para completar la cuota LGTB en
cada partido. Si no los tienes, los inventas”.
Pero lo que llama la atención de esa actitud
“libertaria” e “igualitaria” es un hecho inusual, a saber, la inmunidad que han
alcanzado ciertos sujetos frente al cuestionamiento político. Es decir, al
parecer nadie puede cuestionarlos o se atreve a cuestionarlos a riesgo claro de
ser motejado (ya sea de “homofóbico”, “machista” o “racista”). Por eso la
irritación furibunda contra Dante Castro no fue un hecho fortuito. Tal como se
reproducen las percepciones en el interior de la política contemporánea los
sujetos “gays” gozan de esa inmunidad. Las feministas van por ese camino. Los
que enfatizan la cuestión étnica distan de eso, pero ante la insistencia de
aquellos sujetos paternalistas que eventualmente ven o denuncian actos de
racismo o discriminación, al parecer lo lograrán, aunque claro a través de sus
voceros (onegeros y demás).
Para los liberales, que en el fondo conforman
el núcleo de la derecha, la izquierda siempre será lo más negativo de la
sociedad porque azuza las demandas del “populacho”, como históricamente lo ha
hecho durante el siglo XX, ya sea mediante la movilización de masas o mediante
la lucha armada; por eso insistentemente los liberales a través de sus voceros
mediáticos pide y sobretodo exige a ese núcleo pequeño-burgués “libertario” que
ejerce cierta influencia en la izquierda que sean y se comporten como “ciudadanos” (según ellos la izquierda debe ser una "izquierda moderna").
De lo contrario pueden aprender malos ejemplos como en Venezuela, Bolivia y el
Ecuador (países en el que los procesos de transformación social han sido impulsados por urgentes demandas populares y por ende tienen un claro carácter de clase, razón por la cual aquellos gobiernos populares son abominados y temidos por los liberales en el Perú y en el continente). De ahí que los liberales abogan sólo por la construcción de la
ciudadanía. Incluso no tienen reparos en sostener que la “igualdad” y la “inclusión”
se circunscribe sólo a la igualdad ante la ley.
Esos liberales son bien conocidos en el
interior de la izquierda, frecuentemente son aquellos que reproducen prácticas paternalistas,
ya sea cuando hablan por aquellos que consideran el “otro” o cuando se
relacionan con el que llaman el “otro”, pero sobretodo se caracterizan por
concebir que la igualdad se encuentra en función de la ciudadanía. Por eso el
discurso de la ciudadanía forma parte de su ideario tan manido, así como de su
performance del “justo medio”.
Lo cierto es que la “igualdad” mediante la
ciudadanía no es nada igualitario que digamos, ni mucho menos es tan “libertario”
como se estila leer en muchos discursos cínicos, individualistas y sexistas
(aquellos que enfatizan el sexo) porque en el fondo tan sólo expresan una
mentalidad adolescente cuando espetan: “yo puedo hacer lo que quiero” o “mi
cuerpo es mío y yo decido”.
Pero la crítica de Dante Castro apunta también
a la cuestión de clase, medular en su escrito. Desde hace algún tiempo bajo la
influencia de esa “izquierda” animada por esos liberales se considera que el
clasismo es una forma de discriminación. Es frecuente escuchar o leer ideas al
respecto, motejando siempre al clasismo. Y como lo “progre” es luchar contra
toda forma de discriminación, “no vale azuzar o enfatizar las diferencias de
clase porque te pueden “discriminar” por no ser del pueblo, manyas”. Por eso la agenda política para
esa pretendida izquierda se encuentra lejos de los intereses de clase. La lucha
de clases para los liberales, ya fue, no existe (Ese siempre fue su discurso).
“Ahora somos o podemos ser ciudadanos y así seremos iguales ante la ley”, tal
sería ahora el mensaje y parte de su discurso “libertario” e "igualitario".
Por todo ello, encontrar opiniones disidentes
como la de Dante Castro en el interior de la izquierda en el Perú es muy
saludable porque no sólo son atrevidas sino porque son dichas desde una clara
posición política de izquierda. Si bien es cierto que el grueso de su discusión
toma como pretexto el manido tema “gay”, los cuestionamientos apuntan a algo
más amplio que tiene que ver con una cuestión ideológica de fondo. Para que la
izquierda en el Perú no sea un mero cajón de sastre urge encarar esa urgente
cuestión ideológica y Dante Castro ya dio un paso al respecto.
La igualdad ha sido uno de los
principios que ha fundamentado una serie de discursos políticos durante el
siglo XIX. La reflexión racionalista del siglo XVIII sobre la sociedad en su conjunto
ha jugado un papel muy importante al respecto, como por ejemplo las reflexiones
de Rousseau sobre el problema de la desigualdad (entre los hombres) a partir
del origen de la propiedad privada. Asimismo con la ilustración la ratio
(razón), al erigirse como ente universal propio de la humanidad, posibilitó
pensar la igualdad entre los hombres en función de la
facultad racional. Sumado a ello la reproducción del discurso igualitario
circunscrita al ámbito jurídico (la igualdad ante la ley) ha sido animada por
cierto liberalismo. Su expresión más acabada al respecto es la democracia liberal,
aquella que es animada por los liberales y que es hegemónica en el mundo, y que
ha logrado constituirse a lo largo de un proceso en el que ha mantenido a
regañadientes aquel principio para legitimarse.
Por eso es que uno se ve impelido
y sobretodo se ve exigido a aceptar la igualdad no sólo ante la ley. Pero esa igualdad muchas veces se refiere (mejor
dicho se entiende e interpreta) a una serie de situaciones que exceden aquel
tópico y que en muchos casos se identifica (o es asumido por algunas mujeres) como una competencia
que linda con el paroxismo. Desde luego que esas exageraciones igualitarias se
exigen para mantener el principio de la convivencia social a pesar de que de
facto imperen las mayores desigualdades posibles e inimaginables.
La igualdad ante la ley es una
igualdad política y tal como es planteada y animada esa igualdad es una bandera eminentemente liberal. La
circunscripción de la igualdad a tal ámbito ha sido una conquista gradual de
aquellos que han luchado por estar en aquel espacio, que de por si pauta, apaña
y mantiene las demás desigualdades (sobre todo las que se generan por la
determinación económica) en la medida que se acentúa, muchas veces
exageradamente, la condición volitiva del hombre a través del significante de
la libertad.
Precisamente la libertad es aquel
significante que en estos tiempos posmodernos se ha acentuado tanto hasta convertirse,
si cabe el término, en el axioma de la ideología liberal. Es decir, a partir de
la pretendida libertad que se arrogan tales o cuales sujetos, muchas veces de
manera fachendosa, se tiende a justificar toda práctica de diversa índole en la
reproducción de la vida cotidiana. Por eso es que exageradamente aquel tópico de
la igualdad política, medular para cierto liberalismo, se ha trocado en una
burda ideología sobre la igualdad entre los sexos fuera del ámbito jurídico. Esa
ideología igualitaria frecuentemente es animada por el discurso feminista (que
se caracteriza por hacer catarsis de la condición histórica y presente de la
mujer como víctima y por acentuar exageradamente la noción de género en la
reproducción de la vida cotidiana) y que en el fondo no es más que lareproducción de la ideología liberal por
otros medios. Tal discurso ideológico se ha convertido desde hace muchos años
en lo que se suele llamar lo políticamente
correcto que se reproduce en todo discurso (no sólo político) y que no sólo
se elabora para no quedar mal con nadie, sino para evitarse alguna censura o
cualquier crítica horterada.
Plantear, exigir o desear, la
igualdad entre los sexos no es nada nuevo. Tal igualitarismo es tributario de
la igualdad política que se consigue a través de la ciudadanía, a saber, tanto
hombres como mujeres son iguales ante la ley. Desde luego que los grados y los
mecanismos que permiten esa igualdad varían en función de la organización
política y la reproducción del modo de producción. Sin embargo la reproducción
económica delmundo capitalista al
generar gradualmente condiciones igualitarias de acceso a la producción y al
conocimiento, paradójicamente está demarcando las diferencias naturales y culturales
que existe entre los hombres y las mujeres. Es decir, en el capitalismo, así
como acentuadamente se da en el precapitalismo, los hombres y las mujeres son,
a pesar de esa obcecada ideología igualitaria animada por el feminismo,
inevitablemente desiguales.
Aceptar la desigualdad entre los
hombres y las mujeres no implica necesariamente la sujeción de las mujeres a
los hombres, sino reconocer que en el trasfondo de la reproducción social la
condición biológica del ser humano genera una serie de pautas necesarias en la
concreción de la vida de los hombres y las mujeres. Y precisamente en la
concreción de la vida social aquella condición de desigualdad que se establece entre
ambos radica el fundamento de una
necesaria diferencia, culturalmente hablando. Al respecto el dato empírico de
la reproducción de una sociedad como la noruega que ha ampliado el acceso,
tanto a hombres como a mujeres, en
iguales condiciones a la producción, mediante la educación y el trabajo, es
contundente al respecto.
II
Noruega ha sido considerado el
país con mayor igualdad en el mundo. La ONU en el 2008 la declaró como tal. El
referente igualitario radica en las condiciones igualitarias que tienen tanto
hombres como mujeres para acceder a la producción a través de la educación y el
trabajo. Al respecto, la discriminación, frecuente en países del Tercer Mundo para
orientar y demarcar tal o cual condición de ventaja o desventaja, no tiene
ningún asidero en Noruega. Pero la consecuencia de tal igualitarismo ha sido el
acentuar las diferencias sociales y culturales entre hombres y mujeres en
función de la producción.
En el documental “La paradoja de
la igualdad” (2010) se muestra que el discurso igualitario entre hombres y
hombres, carece de toda evidencia empírica para sostener aquel manido discurso
liberal sobre la igualdad entre ambos. En contraposición a tal
discurso liberal, las evidencias y referencias que gradualmente viene arrojando
la ciencia permiten sostener lo contrario [1].
La paradoja de la igualdad entre
hombres y mujeres parte de un hecho, a
saber, según el Informe Oficial “Genero y Sueldos” de Noruega aproximadamente
el 90% de enfermeras son aún mujeres, mientras que aproximadamente sólo un 10%
de los ingenieros son mujeres. Tal regularidad se presenta desde los años 80.
Al respecto el gobierno ha intentado incorporar hombres en enfermería y mujeres
en ingeniería, pero todas las medidas que se han tomado e implementado han
mantenido con cierta regularidad las cifras mencionadas.
Frente a tal dato contundente de
la realidad, personajes como la ex-ministra de infancia e igualdad, Anniken
Huitfeldt, no tiene problemas en desmentir que las niñas tengan algunas
limitaciones intelectuales para dedicarse a la ciencia y la técnica (que
implica los grados de abstracción racional y la complejidad de las operaciones
lógicas y matemáticas), porque según el discurso de género tanto hombres como
mujeres son iguales. Pero si no son las limitaciones intelectuales las que
marcan esa diferencia tal vez sean las motivaciones. Al respecto cuando se le
pregunta a unas enfermeras en su centro de trabajo el por qué son pocas las
mujeres que trabajan en el área referida a la técnica y a la ingeniería
responden que frecuentemente a las mujeres les resulta aburrido aprender tales
materias. Y ante la interrogante del entrevistador “¿Pero acaso trabajar con
partes de un ordenador y desarrollar sistemas, no es también un desafío
interesante?”, una de ellas responde: “si, pero no tanto como encontrar
personas cada día y hablar con ellas”.
Evidentemente las motivaciones se
encuentran en función de las necesidades y las condiciones que permite todo
orden social en el que se desenvuelven y desarrollan lascapacidades que tienen los sujetos. Al
respecto en el Centro de Ciencias Naturales de la Universidad de Oslo se
investigó por qué hay tan pocas chicas que desean estudiar ciencias. Una de las
investigadoras de tal centro, como Camila Schreiner, llevó a cabo una
investigación que recoge muestras de 20 países, concluyendo que las chicas de
países menos igualitarios (como por ejemplo las mujeres del Tercer Mundo) están
más interesadas (aunque no siempre estudian lo que les apremia) en aprender
materias técnicas y de ciencias que las jóvenes noruegas, siendo la
determinación económica (la inserción al mercado laboral) la que acucia tal
decisión (que se trueca en motivación) en aquellos países.
En el caso de Noruega, si los hombres
y las mujeres tienen iguales condiciones y libertades para elegir lo que desean
estudiar (y no sólo es el deseo sino que efectivamente lo hacen), ¿acaso la
diferencia por el interés por la ciencia y la técnica, preferido
mayoritariamente por los hombres y en menor número por las mujeres, no radica
en una predisposición biológica? El fundamento biológico del ser humano,
ineludible para la ciencia, generalmente es soslayado y evitado por quienes
animan la igualdad de género. La diferencia no sólo en la estructura somática
de ambos es minimizada por el discurso de la igualdad, sino al respecto de
cuestiones que tienen que ver con la estructura fisiológica, psíquica y
sobretodo con la diferencia cerebral es pasada por alto.
Cathrine Egeland, investigadora
de género del Instituto de Investigación Laboral en Noruega, y que ha escrito
sobre las elecciones profesionales sobre hombres y mujeres ante la interrogante
de si la diferencia entre hombres y mujeres no radicaría en el factor biológico
(como por ejemplo la diferencia tajante del cerebro entre ambos), responde lo
siguiente:
__ No sé si hay
algo de cierto en eso o no [evadiendo la pregunta]. Pero es chocante ver cuanto
interés hay en encontrar esas diferencias.
__ ¿Tú no estás interesada en esas diferencias?.
__ No, no. Me interesa muy poquito.
__ ¿Entonces no es relevante ver las
diferencias cerebrales para comprender por qué los hombres se hacen más a
menudo ingenieros y las mujeres enfermeras?
__ No, no, no eso… No.
Asimismo, Jurgen Lorentzen,
investigador de género del Instituto Centro Interdisciplinario de Investigación
de Género en la Universidad de Oslo, ante la misma interrogante responde lo
siguiente:
__ Hay investigaciones que afirman que los
cerebros del hombre y la mujer son distintos.
__ Si. Son
investigaciones anticuadas. La mayor parte de esas investigaciones son
obsoletas, según demuestran estudios posteriores. La mayoría ya no habla de que
elcerebro se configure de formas
diversas.
__ ¿Entonces la diferencia entre chicos y
chicas es sólo genital?
__ ¡No!, ¡hombre!
Los pechos, vello, estatura o masa muscular son otros aspectos. Pero aparte de
eso no hay diferencia.
__ Y los sentimientos, las
emocione, los intereses.
__ Intereses, inteligencia, capacidad.
__ ¿Son idénticos?
__ Sí, en principio son idénticos.
Frente a tales respuestas
(evasivas y sin referencia a algún estudio contemporáneo al respecto) es
evidente que aquel igualitarismo que se sustenta en principios (“en principio
son idénticos”) anima toda duda y sospecha al respecto. A lo más se apunta a
dar cuenta sobre el papel que cumplen ciertos factores sociales en la
configuración de aquelladiferencia
entre ambos. El mismo Lorentzen menciona lo siguiente:
__ Eso muestra
que seguimos inculcando fuertemente los roles de género en los niños y jóvenes.
Nosotros nos encargamos de marcar sistemáticamente las diferencias entre niños
y niñas desde el primer día.
Sin embargo, tal respuesta que se
ha convertido en moneda corriente y que siempre se escucha en todo discurso de
género que animan aquel igualitarismo en función de la libertad, tiene poco
asidero con la realidad. Hay algunas investigaciones que dejan serias dudas
frente a tal aseveración.
Richard Lippa, profesor de
psicología, en asociación con la BBC de Londres ha realizado una enorme
encuesta a través de Internet, la muestra recogida corresponde a 200000
personas, tanto hombres como mujeres de 53 países, procedentes de continentes
como Europa, America (toda America del norte y Sudamérica), África y Asia. A
los encuestados se les preguntó, tanto hombres como mujeres, en que les
apetecía más trabajar.
__ ¿Y qué se encontró?
__ Hay grandes
diferencias. Los hombres se interesan más por ocupaciones relativas a cosas
físicas, como ingeniería o mecánica. Y las mujeres están relativamente más
interesadas en trabajar con la gente.
__ El motivo de este esquema podría deberse a
que las mujeres en el mundo entero son alentadas, por el hecho de ser mujeres,
a comunicar a hablar y ser más sociales?
__ Es posible
que haya un grado de verdad en esa afirmación. Pero cabría esperar que algo
fuese distinto entre todos estos países, si la cultura tuviera una influencia
importante en estos temas. Pero el resultado del estudio fue idéntico en los 53
países. En otras palabras: es igual tanto en Noruega como en Arabia Saudita,
Pakistán, India, Singapur o Malasia. Es muy grande la diferencia entre hombres
y mujeres. Y esta diferencia parece existir en las 53 naciones.
__ ¿Y que cree Lippa que sea el motivo de esas
diferencias de género en todas las culturas?
__ Cuando ves
resultados como estos, de dos líneas que son casi planas y no cambian en
ninguno de los países, es probable que la causa sea biológica.
Por su parte el profesor Trond
Diseth, director del área de psiquiatría infantil del Hospital Nacional de
Noruega, ha desarrollado un test para saber si existen diferencias de género a
temprana edad. Al respecto el mismo menciona lo siguiente:
__ Hemos seleccionado
diez juguetes diferentes. Hay cuatro juguetes “femeninos”, cuatro definidos
como masculinos, y los dos restantes considerados como neutros. Estos diez
juguetes se colocan de manera concreta. Luego observamos al infante y cómo se
relaciona con ellos mientras registramos en video. Notamos que hay claras
diferencias entre niños y niñas saludables (con edades a partir de los nueve
meses), en cuanto a que los niños eligen juguetes masculinos y las niñas,
juguetes femeninos.
Frente a la interrogante de si no
es el medio el que estaría influenciando la elección de los juguetes, ya que
los niños y niñas estudiados tienen entre nueves meses, Diseth responde:
__ Los niños
nacen con una clara disposición biológica de género y comportamiento sexual.
Después será el entorno, la cultura, los valores y expectativas que nos rodean,
los que se encargarán de favorecer o de atenuar esto.
__ ¿Crees que la sociedad puede forzarlo un
poco, pero sólo hasta cierto punto?
__ Si, pero no
de manera tan decisiva que pueda modificar la identidad inherente y la
predisposición de género.
Pero si el estudio de Diseth
puede generar cierta duda por la muestra, el estudio de Simon Baron-Cohen,
profesor de psiquiatría del Trinity College de la Universidad de Cambridge, que
se basa en experimentos con recién nacidos, resulta contundente al respecto. El
mismo profesor Baron-Cohen menciona lo siguiente:
__
Investigamos con bebés de un día de edad. Les poníamos a la vista o bien un
objeto mecánico o una cara. Y grabábamos cuanto tiempo pasaban los niños
observando cada uno de estos objetos. Descubrimos que eran más los niños que
miraban el objeto mecánico y las niñas pasaban más tiempo observando el rostro.
Incluso desde el primer día de vida. Y esto sucedía antes de que el bebé
conociera los juguetes. Antes de haber sido expuestos a las diversas
influencias culturales o prejuicios.
Asimismo esas diferencias de
intereses surgirían antes del nacimiento del bebé, en el útero materno.
__ Hoy sabemos
que hombres y mujeres producen cantidades diferentes de hormonas. Pero en
particular la testosterona. Los hombres producen dos veces más testosterona que
las mujeres. Y esta hormona (la testosterona) influye en la manera en que se
desarrolla el cerebro.
__ Medimos los
niveles de testosterona del bebé cuando aún estaba en el vientre y le dimos su
seguimiento durante el nacimiento, observando su comportamiento. Encontramos
que cuanto más alto era el nivel de testosterona en el niño antes del
nacimiento, más lento era su desarrollo del lenguaje en la primera infancia y
menos contacto visual establecía, hasta la edad de uno o dos años. Así pues un
alto nivel de testosterona está asociado a un desarrollo social y del lenguaje
más lento.
__ Entonces, muchas diferencias de género
pueden ser el resultado de niveles de testosterona asimétricos. Pero ¿qué pasa
cuando un feto femenino recibe demasiada testosterona?
__ Es una
condición genética el producir mucha testosterona. Y las niñas con esa
tendencia, muestran una mayor preferencia por los juguetes masculinos.
Si los niveles de testosterona en
el útero es el factor que produce las diferentes capacidades e intereses, entre
niños y niñas, desde el inicio de la vida. La orientación de esa diferencia se
mantiene aún en su desarrollo. Al respecto el profesor Baron-Cohen menciona lo
siguiente:
__ Dimos
seguimiento a estos niños hasta los 8 años, interesados por observar su
evolución. Descubrimos que, al crecer, aquellos que poseían más altos niveles
de testosterona, tenían más dificultades con la empatía; con reconocer las
emociones de otras personas o apreciar sus puntos de vista. Pero también se
mostraban más interesados en “sistemas”. En entender cómo funcionan las cosas.
De manera que, aún ignorando las grabaciones en video y sólo midiendo su nivel
hormonal, puedes predecir su patrón de intereses.
¿Acaso esa diferencia genética
entre los sexos y su posterior diferencia de género no es una consecuencia necesaria del proceso de la
evolución humana?Al respecto la
profesora Anne Campbell, psicóloga evolutiva en Durham (Norte de Inglaterra), considera
relevante tomar en cuenta la constitución de la psique, como consecuencia de un
largo proceso evolutivo, para entender la diferencia entre hombres y
mujeres.Al respecto menciona lo
siguiente:
__ Si las
mujeres son las que dan a luz, amamantan y crían a los hijos, sería muy
sorprendente que no hubiese algún tipo de mecanismo psicológico que les ayudase
a cumplir sus tareas, y haciendo que esas labores resultasen placenteras para
ellas. Así que rasgos femeninos como la empatía o el evitar confrontaciones
peligrosas donde podrían resultar heridas; el evitar la exclusión social que
podría alejarlas del grupo; son todas cualidades positivas que les permiten una
mayor capacidad de sobrevivir, reproducirse y dejar hijos, que a su vez también
puedan reproducirse.
Y sobre la diferencia que existe
en función de las motivaciones para elegir tal o cual rama de estudio, menciona
lo siguiente:
__ Sabemos
gracias a muchos estudios psicológicos que una de las mayores diferencias
sexuales se observa si pones a la persona en situación de estrés, diciéndoles
por ejemplo: “En media hora les vamos a aplicar unas descargas eléctricas muy
dolorosas”. Y preparamos el equipo diciéndole: “Tiene que esperar ¿Desea esperar
solo o en compañía de alguien? Las mujeres elegirán estar acompañadas.
Comúnmente los hombres bajo estrés “¡Quieren estar solos! ¡No quieren estar con
nadie!”
__ Es por eso
que las mujeres eligen la enfermería, la medicina, el trabajo social, la enseñanza.
Todas esas áreas donde existe el intercambio cooperativo. Donde las mujeres
parecen sentirse más a gusto. Por supuesto que hay superposiciones entre sexos.
Algunas son enormes. Hay mujeres fabulosas en ingeniería, física o química,
etc. Pero en esenciadiría que son
intereses típicamente masculinos y menos femeninos.
__ Hoy sabemos
que las diferencias de género en algunas áreas son muy importantes. Entonces me
resulta difícil creer en esas sutiles diferencias en el tono de voz que
utilizamos [se refiere a las mujeres], o la forma de contacto visual y cosas
como ésas, pueden llegar a ejercer una gran influencia sobre los intereses,
actividades o preferencias que muestran esos niños.
A pesar de la ojeriza a la que
puedan llegar aquellos defensores del igualitarismo a través del discurso de
género, cuando insistentemente intentan paliar las desigualdades entre hombres
y mujeres a través de la “socialización” o, en su defecto, por el factor
“cultural”. Anne Campbell menciona de manera contundente lo siguiente:
__ ¿De dónde
surgen las diferencias del sistema reproductor entre hombres y mujeres? Estoy
segura de que la respuesta de cualquier sociólogo sería: “De la evolución”. ¿Y
qué es lo que dirige el nacimiento de las diferencias, lo responsable de la
producción de hormonas y de péptidos que mantienen todo esto funcionando? El
cerebro humano principalmente, a través del sistema endocrino. Para mí es muy
difícil imaginar que la evolución haya operado sobre los sistemas reproductivos
sin haber influido absolutamente en el cerebro, el órgano más complejo de
nuestro cuerpo.
III
El dimorfismo sexual de nuestra especie.
Tomado de aquí Pulse
Si los hombres y las mujeres son ya
evidentemente desiguales por el dimorfismo sexual de nuestra especie, la desigualdad
social y cultural que se ha generado entre ambos a lo largo de la historia de
la humanidad no se debe sólo a la falta de la libertad de la que han carecido
las mujeres o debido a la dominación del hombre sobre la mujer (como
frecuentemente se sostiene para el caso del precapitalismo), sino a contundentes
fundamentos biológicos que se expresan en la reproducción de la vida social a
travésde la producción. Incluso en sociedades consideradas como modernas e igualitarias como el caso
de Noruega la desigualdad entre hombres y mujeres es inevitable.
Por eso reparar en la diferencia
cultural y social, que generalmente se establece en función del llamado “enfoque
de género”, no debe obviar el fundamento biológico de la especie, patente no
sólo a través del dimorfismo sexual, sino también explicita en la disposición y
motivaciones que genera la estructura psíquica. Aceptar la desigualdad entre
hombres y mujeres, a pesar de que sea algo tan evidente y de sentido común, no debe llevar a identificar
a quien sostiene tal desigualdad, en función de la ciencia, se encuentre a
favor del sometimiento de la mujer por el hombre. Como al parecer eso es lo que
creen y asumen las feministas y algunos liberales al negar (o ignorar) el factor biológico que establece la desigualdad entre ambos sexos o géneros. En función del discurso de la igualdad de género o la igualdad ante la ley muchas veces se silencia u omite la desigualdad en función de la producción en el que el factor biológico se explicita.
Frecuentemente la recriminación y
la censura que pesa sobre aquellos que sostienen ladesigualdad como una necesidad, no sólo
natural, sino también social y cultural, entre hombres y mujeres, la ejercen
los liberales y las feministas a través de los medios de comunicación en
defensa de esa supuesta igualdad. Muchos de tales sujetos que se arrogan la
lucha contra esadesigualdad (a la que llaman la desigualdad
de género) frecuentemente apuntan a granjearse tal o cual rédito político, si
están frente a cámaras o si escriben en los medios de comunicación de mayor
circulación nacional o simplemente cuando escriben desde sus blogs, cuya
intención evidente es influir en la opinión pública. Es decir, legitimar un
discurso ideológico, a saber, el igualitarismo de género vuelto paroxismo. El caso de la España "monárquica" (aún) que ha sido gobernada por esa socialdemocracia, cuyos partidarios y simpatizantes reproducen y expresan límpidamente aquella ideología liberal, es un buen ejemplo hacia donde puede llegar ese paroxismo igualitario.
Asimismo si tales sujetos
proceden o se encuentran vinculados al ámbito académico generalmente aceptan
tal discurso ideológico, entre otras razones, para incrementar su capital
cultural que les permitirá cierto posicionamiento no sólo ideal (como el
ganarse algún respeto y cierta admiración) sino también un posicionamiento
material (aquel discurso, en función de la agenda política contemporánea, les
permite obtener el deseado financiamiento económico para sus programas, su
activismo desinhibido y para aquellas investigaciones tan frecuentes que se
realizan sobre la desigualdad de género). El haber alcanzado cierto
posicionamiento material e ideal permite a aquellos sujetos conducirse sin
problemas y sin crítica alguna cuando reproducen tal ideología. En el fondo tales sujetos reproducen aquel discurso ideológico sobre el igualitarismo de género para no desentonar u oponerse a la hegemonía que actualmente ejercen los discursos posmodernos a
través del relativismo cultural. Ese relativismo cultural posmoderno, al que se han sumado muchos de ellos y que explicitan mediante su retórica, desde hace algunos años viene pautando los
estudios sobre la sociedad, la cultura y la política de manera retórica. O, en algunos
casos, muchos de tales sujetos, simplemente aceptan y reproducen tal discurso
ideológico para quedar bien con su mujer o con su novia, mientras que en
privado y entre amigos no tienen reparos en expresar con sinceridad la exageración
y el infantilismo a que llega el igualitarismo de género fuera del ámbito
político.
En el discurso de género, en
consonancia con la retórica posmoderna, frecuentemente se alude a la
“complejidad” (de la sociedad) y a señalar de modo concluyente que “todo es una
construcción” (y que al ser enunciada tan sueltamente recuerda metafóricamente
la experiencia del albañil) para sostener sus principios (principios liberales). En muchos casos se
arrogan la diferencia, tal como la entienden, de la ciencia social para contraponerse
a la ciencia en general, a pesar de que la ciencia es una sola en función del
conocimiento científico. Y en el peor de los casos no tienen reparos en apelar
a la sofistería, a la retórica manida o a la descalificación peyorativa. Al
respecto en el referido documental, las respuestas que dan los que animan los
Estudios de Género en Noruega, ante la contundencia del enfoque científico, son
un buen ejemplo hacia donde apuntan tales estudios. Cathrine Egeland sólo atina
a mencionar con evidente nerviosismo lo siguiente:
__ ¿En qué fundamento científico te apoyas para
decir que la biología no juega ningún
papel en las distintas elecciones profesionales de hombres y mujeres?
__ ¿Mi
fundamento científico? Eeeeeh… Tengo bastante de eso que se podría llamar
“punto de vista teórico”. Creo que ahí no hay lugar para la biología. O sea,
eeeeh… eso, si, yo creo que son las ciencias sociales las que deben refutar el
pensamiento basado en que las diferencias humanas son eeeh… si, eso… biológicas
pues.
Asimismo el otro investigador en
Estudios de Género, como Jurgen Lorentzen sólo atina a la sofistería y a
contradecirse a si mismo
__ Pero cuando dices que no hay diferencias
innatas entre chicos y chicas que expliquen sus distintos intereses ¿en qué te
basas?
__ Tengo que
apoyarme en la ciencia para intentar explicar cómo son las cosas y qué relación
hay entre ellas. Hasta el momento es incapaz de probar que haya un origen
genético en las diferencias de género.
__ ¿No? pero…
__ ¡Aparte del sistema reproductivo!
__ Pero tú no reconoces que estos
estudios muestran de alguna manera…
__ No, porque
les falta un vínculo, tienen un eslabón perdido
__ Si, pero ¿cómo puedes saber
que no es innato? No lo entiendo.
__ No, yo
digo, que cuando ellos tengan la certeza.
__ No, tu haz dicho que no hay diferencias
innatas importantes en cuanto a sentimientos, intereses y todo eso ¿Cómo sabes
que no existen?
__ Digamos que
mi hipótesis es que no existan diferencias, porque la ciencia no ha demostrado
que haya alguna. Entonces me debo basar en ese nivel de conocimiento.
__ ¿Tú supones que no hay diferencias hasta que
se demuestre lo contrario?
__ Si, por ejemplo.
Parte del enfoque científico
presentado en el documental sobre la paradoja de la igualdad, recuerda y
refuerza lo que ya hace muchos años (en 1973) el sociólogo Steven Goldberg sustentó
al respecto de la inevitabilidad del patriarcado. Tal inevitabilidad se
sustentaba ensu universalidad como un
hecho histórico y cultural, así como el factor hormonal expresado a través de
la agresividad, el orden social basado en la diferencia de los sexos, la
reproducción del poder en función de aptitudes cognoscitivas estrechamente
vinculadas a la determinación del sexo, y la producción de la sociedad en
función del conocimiento.
En consonancia con el enfoque
científico resulta necesario reconocer y divulgar que asimismo como ha sido y
es inevitable el patriarcado, resulta también inevitable, con mayor razón, la
desigualdad entre hombres y mujeres en función del hecho biológico expresada a
través de la producción y la evolución de la especie.
Juan Archi Orihuela
Lunes, 03 de junio del 2013.
__________________
[1] Ahí los videos para ver el documental completo. O también puede ir a los siguientes enlaces, Parte 1 Aquí Parte 2 Aquí
Tenía 21 años cuando murió,
limeño de clase media, estudiante de Letras y era un precoz poeta ya reconocido
en el Perú. Publicó su poemario “El río” cuando apenas tenía 18 años. Y, como
dice una conocida canción sobre él, “además de ser poeta se graduó de
guerrillero” [1]. Su nombre: Javier Heraud
(1942-1963).
Javier Heraud murió un día como
hoy, 15 de mayo, pero no murió como suelen morir los poetas pretendidamente “malditos”,
muchas veces estúpidamente ebrios o anestesiados por tal o cual alucinógeno, o
perturbados por el simple hecho de existir, nada de eso; Javier murió como muchos
de aquellos jóvenes que formaron parte de aquella generación sesentista que organizó
y participó de la lucha armada que emprendieron los pueblos en muchos países de
Latinoamérica. Después del triunfo de la revolución cubana, los Uturuncos, el
EGP y las FAP en Argentina, la FALN en Venezuela, las FARC en Colombia, el ALN
y el MR-8 en Brasil, el FSLN en Nicaragua, el MLN-T en el Uruguay, el ELN en
Bolivia, así como el ELN y el MIR [2] en Perú y
demás movimientos insurgentes en el continente, juveniles todos ellos,
mostraron que el sacrificio de muchos jóvenes como Javier Heraud no fue
producto de una mera aventura individual o desesperada (por no buscar el “diálogo”,
como dirían hoy los socialdemócratas y liberales al unísono), ninguneada muchas
veces mediante el enfoque psicologista (patologizando insistentemente la
violencia armada para descalificar a aquella generación) sino a un hecho que
traspasó las fronteras y que surgía debido a las mismas condiciones materiales e
históricas de aquellos países en el que las demandas de las organizaciones populares
jugaron un papel muy importante.
Javier Heraud, además de ser
poeta, fue miembro del Ejército de Liberación Nacional (ELN), una guerrilla que
en 1963 se alzó en armas para acabar con las injusticias sociales del país. Los
años 60 del siglo XX fueron años de rebelión armada en el continente (rebelión armada en el continente que se prolongó hasta las décadas de los 70 y 80), en el que una
juventud muy corajuda (tal vez la más valiosa de esa generación) se inmoló por
un mundo mejor. En aquellos años el poder de la oligarquía y de los gamonales en el Perú, y
demás terratenientes, mantenía un orden social injusto, en el que el servilismo
de la hacienda era sinónimo de paz y de orden. Contra ese orden servil y semifeudal, Javier, junto a sus compañeros, se alzó en armas. Pero la muerte de Javier en la guerrilla no fue nada
idílica (murió baleado por la contrainsurgencia que utilizó balas dum-dum y que a pesar de que ya había muerto siguió siendo baleado con saña), lo digo porque en el Perú el guerrillero (o la imagen romántica que muchos se hacen del guerrillero)
no se encuentra lejos de cierta figura idílica.
Pero ¿Qué es un guerrillero? generalmente es
un civil que insurge en armas, como parte de una insurrección armada y
organizada por otros civiles como él en la clandestinidad; la participación de civiles como guerrilleros es el resultado de una militancia política cohesionada por una misma ideología política o porque sus miembros comulgan con los mismos ideales para
luchar contra el poder del Estado mediante el uso de la violencia armada (a la
que califican como violencia
revolucionaria). En función de la lucha armada, ya sea mediante la
estrategia del foco insurreccional o mediante la guerra popular prolongada, el
guerrillero actua en función de fines estrictamente políticos y programáticos dados por su organización. La violencia armada se convierte para el guerrillero en un medio para optener fines muy puntuales que se sujetan y responden a la concreción de una guerra moderna (según la teorización de RogerTrinquier), guerra en el que para socavar el poder del
Estado (en este caso el Estado burgués) pasa necesariamente por socavar la moral del enemigo, en función de la desproporcionalidad de fuerzas (Estado contra guerrillas) mediante el
ataque sorpresa a sus instituciones de poder y la emboscada a las fuerzas
contrainsurgentes. De ahí que siempre los guerrilleros se encuentren "camuflados" como civiles, ya sea en el campo como en la ciudad, y sobretodo su lucha pretende ganar el apoyo y la ayuda de la población
civil en su conjunto (como “el pez en el agua”). A tal fenómeno se ha convenido en llamarlo una
guerra irregular o guerra no convencional; a juicio de Roger Trinquier tal fenómeno formó parte de un fenómeno mayor, a saber, la guerra moderna durante el siglo XX. Metafóricamente a tal hecho, en función de la estrategia insurgente, Robert Taber la llama “la guerra de la pulga”
ya que la organización insurgente lucha como si fuera una “pulga sobre un
perro” al que tiene que desangrar cuando se reproduce por todo el cuerpo (el
alcance nacional) para así anular las fuerzas (las FFAA) y desgastar
gradualmente el poder del animal. Como no todas las guerrillas triunfan, debido
a la derrota, el costo por desangrar el poder del Estado es muy alto.
Por eso si uno recuerda a Javier
Heraud no debe pensar en él sólo
como un ser altruista o poeta, debe aceptar el papel que cumplió como
guerrillero al formar parte de una organización insurgente (el ELN), que si
bien fue aniquilada rápidamente y desarticulada, no caben dudas de que el
derrotero de toda organización insurgente es la misma, a saber, la guerra
irregular o la “guerra de la pulga”. Incluso en los colegios nacionales que llevan su nombre hay muchos estudiantes que ignoran por qué Javier Heraud se hizo guerrillero. Quien piensa en Javier debería pensar
también en la guerra de guerrillas, si de ser sinceros con el personaje
histórico se trata. Ya su poesía delataba tal fin insurgente, en su poemario
“Poemas de Rodrigo Machado”, escrito en la Habana en 1962, en uno de sus
poemas, titulado “Poema”, se lee lo siguiente:
Ahora debe ser, Juan, empuña tu fusil,
Pedro, coge tú la treinta.
Ahora hablaremos con las armas.
Antes era fácil, nos cogían con los gritos
en la mano, nos metían en las cárceles
Somos menos, no importa. Estamos
armados y con la fe en el pueblo:
Campesinos, obreros, estudiantes
ahora es el momento
levantémonos todos
para sembrar en la tierra,
en nuestro Perú
una nueva vida con machetes,
fusiles, hoces y martillos.
¿Quién podrá detenernos,
Si ahora somos menos
pero seremos todos
contra el puñado que gobierna… [3]
Pero de seguro se dirá que Javier
Heraud escribió aquellos poemas porque fue rápidamente "ideologizado" pero que en el fondo fue un ser noble y sincero. Sobre la nobleza y la sinceridad de Javier, de eso no caben dudas, muchos de los que
fueron guerrilleros en el pasado lo fueron, así como quienes entregaron su vida
por causas justas. Lo que llama la atención de Javier Heraud no sólo es su
nobleza sino aquella peculiaridad de que un joven poeta con talento (y procedente de la clase media, con todo lo que ello significa en el Perú, culturalmente hablando) se anime a luchar en la misma línea de fuego por causas que muchos creen que están perdidas (o simplemente son delictivas). A pesar de que Javier Heraud murió muy
joven y su poesía recién estaba transitando de un sentimiento juvenil, entre lo familiar, la naturaleza y la inocencia
(la casa, el río, las montañas, las estaciones y demás), a un decidido sentimiento social, así como el papel que cumplió Roque
Dalton en El Salvador, no caben dudas de que su poesía iba a cambiar, se iba a
mostrar más fuerte (recordando aquellas “lágrimas de acero” ya derramadas por
el poeta al cerrar el pasado). Si Javier hubiera sobrevivido al ataque que le
dio muerte, caben muchas posibilidades, tal vez hubiera sido el poeta que
acompañara y cantara las luchas del MRTA y por ende otra hubiera sido su
valoración literaria e histórica, tanto en las letras, así como en la
percepción política que muchos se hacen de él de manera idílica cuando leen sus poemarios "El río" o "El viaje" (en el que se encuentra su tan conocido poema "Yo no me río de la muerte").
Imagínense a Javier en la
trinchera opuesta (y no sólo en las letras, sino también por una clara cuestión
ideológica y de clase) de otro poeta como él, también peruano y, aunque
disguste a muchos, también guerrillero, a saber, como Jovaldo (José Valdivia Domínguez).
Si ese supuesto se hubiera dado el anatema e incluso la censura contra Javier
hubiera sido lapidaria.
A 50 años de la muerte de este
joven poeta cabe recordar que su poesía, así como sus acciones, a pesar de que
muchos lo ninguneen o se hagan los desentendidos por lo que hizo mediante las armas, estaban
llenas de mundo, a saber, un mundo nuevo.
Juan Archi Orihuela
Miércoles, 15 de mayo del 2013.
_____
[1]
Ahí la canción Javier Heraud, composición
e interpretación de Martina Portocarrero, la música es una muliza del centro
del Perú.
[2]
Las siglas de las organizaciones insurgentes de Latinoamérica durante la década
del 60 alude a lo siguiente:
EGP: Ejercito Guerrillero del
Pueblo.
FAP: Fuerzas Armadas Peronistas.
FALN: Fuerzas Armadas de
Liberación Nacional.
FARC: Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia.
ALN: Acción Libertadora Nacional.
MR-8: Movimiento Revolucionario 8
de octubre.
FSLN: Frente Sandinista de
Liberación Nacional.
MLN-T: Movimiento de Liberación
Nacional Tupamaros.
ELN: Ejército de Liberación
Nacional.
MIR: Movimiento de Izquierda
Revolucionaria.
[3]
Heraud, Javier. Poesías completas y cartas. Peisa, Lima, 1976, pp. 159-160.