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sábado, 11 de enero de 2014

Así se templó el acero: Un relato sobre la fortaleza de un komsomol


“Para mi no existe en la vida nada más terrible que quedar fuera de combate.”
(Carta de Pável Korchaguin a su hermano Artiom, p. 430).

En la literatura soviética uno no encuentra historias de sujetos carcomidos por el nihilismo, desesperados por nimiedades o sujetos superficiales y derrotistas, a partir del cual se sobrevalora lo absurdo y la banalidad hasta lindar con el paroxismo, nada de eso. Asimismo, en la narrativa soviética nunca la neurosis y las taras de tal o cual personaje de ficción se enfatizan tanto como si fuera un valor positivo, ni mucho menos son el indicio de la supuesta complejidad y contradicción de la vida social y humana. Por eso si uno medianamente puede comparar la literatura soviética y la literatura no-soviética, la primera fue una vuelta de página a todos esos valores culturales e históricos que reproducía y aún reproduce la segunda. En términos culturales, la literatura soviética expresó los valores de una nueva sociedad en formación y en evidente contradicción, por su contenido, con el liberalismo como ideología y práctica.   

Reparar en lo último ayuda a valorar el talento que caracterizó a muchos de los escritores soviéticos durante el siglo XX; y, a su vez, estimula a conocer la impresionante producción de esa literatura en el que uno encuentra otro tipo de humanismo y sobretodo otra perspectiva del mundo.

Las novelas soviéticas frecuentemente se han caracterizado por recrear relatos vívidos,  que se asientan en la historia y en la realidad a partir de la experiencia de vida, la inventiva y la imaginación de sus autores. Un buen ejemplo al respecto es la novela  Así se templó el acero (1935) de Nikolái Ostrovski, que sin lugar a dudas es un fresco palpitante de vida y de un nuevo humanismo. El contundente título de la novela compendia muy bien la historia que recrea en sus más de cuatrocientas páginas, templadas también por el palpitar del relato y la emoción que genera en el lector.

Así se templó el acero es una novela sobre la experiencia de vida de su protagonista principal, un joven komsomol (miembro de la Juventud Comunista) llamado Pável Korchaguin, quien participa de la constitución del poder soviético en Ucrania. La novela tiene diferentes ritmos y se encuentra dividida en dos partes.

En la primera parte se recrea la lucha por la instauración del poder soviético en Ucrania desde Shepetovka, ciudad ucraniana fronteriza a Polonia. La Guerra Civil entre los revolucionarios y los contrarrevolucionarios, poco a poco irá hilvanando las historias de vida de los personajes que aparecerán en la vida de Pável Korchaguin, quien tras una serie de hechos (como la represión que desata el ejército blanco contrarrevolucionario contra el pueblo, cometiendo abusos y animando progroms contra los judíos pobres; así como el abuso que muestran contra el pueblo los atamanes, caudillos del viejo poder ya degenerados en el bandalismo) ingresa a las filas de los bolcheviques, específicamente forma parte del komsomol [La Juventud Comunista]. Ya en el komsomol, Pável se moviliza en los frentes de batalla del Ejército Rojo, así como sus amigos más cercanos, muchachos todos ellos procedentes como él del seno del pueblo trabajador (obrero y campesino), como Seriozha Buszhak (quien llega a ser el Presidente del Comité Local de la Juventud Comunista de Ucrania). Empero, muchos de sus jóvenes compañeros que ingresaron al komsomol de Shepetovka, su ciudad natal, morirán en la horca por la represión que desatan  los contrarrevolucionarios, pero será una muerte con dignidad, a saber, cantando la Varshavianka frente a sus verdugos.  

“Cuando se encontraban cerca de la horca, Valia comenzó a cantar. Nunca he oído una voz semejante: tan sólo quien va a la muerte puede cantar con tal pasión. Valia entonó la Varshavianka, sus camaradas la secundaron. Los gendarmes de a caballo les azotaban con las nagaikas; les pegaban con rabia ciega. Pero ellos parecían no sentir los golpes. Los derribaron y los arrastraron hasta la horca, como si fueran sacos. Leyeron rápidamente la sentencia y comenzaron a ceñirles los lazos al cuello. Entonces nosotros rompimos a cantar:
Arriba, parias de la tierra… (p. 209-210).

Tal muestra de valor y fortaleza se comprende si uno repara en las razones prácticas que mueve a muchos komsomoles que hicieron posible que el poder soviético se mantenga. El caso de Zharqui es aleccionador al respecto, frente a la juventud estudiantil de Shepetovka menciona lo siguiente:    

“Mi apellido es Zharki, me llamo Iván. No conocí ni a mi padre, ni a mi madre; vivía sin el amparo de nadie; como un mendigo, dormía tumbado junto a las vallas. Pasaba hambre y nadie me daba albergue. Vivía como un perro, no como vosotros señoritos mimados. Y cuando llegó el poder soviético, los soldados rojos me recogieron. Una sección entera me prohijó, me vistieron, me calzaron, me enseñaron a leer y escribir y, lo que es fundamental, hicieron que me sintiese un ser humano. Por ellos me hice bolchevique y lo seguiré siendo hasta la muerte. Sé bien por qué se lucha: por nosotros, por los pobres, por el poder de los obreros”. (pp. 176-179). 

En la segunda parte se relata las dificultades que genera la construcción del socialismo en la nueva República Socialista Soviética de Ucrania. Pável Korchaguin ya tiene 18 años y se encuentra ya formado como un preclaro líder komsomol, curtido en tan breve tiempo en el frente de batalla y por el extenuante trabajo partidario. Así como Pável son muchos los jóvenes que van a formar parte de la joven guardia que oxigena la estructura partidaria de los comunistas soviéticos, movilizados por todo el país. El relato toma un nuevo escenario, a saber, las fronteras del país ucraniano. Es decir, en los límites del poder que exige situaciones límites se recrea el sacrificio de quienes sostienen y defienden el nuevo poder obrero, a saber, la Juventud Comunista. Es ahí donde cobra sentido el titulo de la novela. Los komsomoles han sido movilizados para construir vías ferroviarias a pesar de las adversas condiciones de trabajo y la lucha contra el tiempo. En la escena del relato, Zhujrái al inspeccionar  las dificultades del trabajo de los komsomoles menciona lo siguiente:   

“__ No hace falta ningún mitin. Aquí no hay a quién agitar. Tenías razón, Tokariev, al afirmar que no tienen precio. He aquí donde se templa el acero.
Los ojos de Zhujrái, con admiración y orgullo grave y cariñoso, se fijaron en los que cavaban la tierra. Aún hacía poco, parte de aquellos muchachos habíase erizado, con el acero de sus bayonetas, en la noche de la víspera de la sublevación. Y ahora les dominaba un único afán: el de llevar las arterias de acero de los rieles hasta las ansiadas riquezas de la leña, fuente de calor y de vida” (p.288). [La negrita y cursiva es mía].

Para Ostrovski el esfuerzo y el sacrificio de los komsomoles, que se movilizan por todo el país, expresa cómo se templa el acero, acero también del que se forja el espíritu revolucionario de su juventud que quiere ser útil a su pueblo a pesar de las limitaciones físicas e históricas de la cual ha surgido, como muy bien lo expresa la vida del protagonista del relato, quien poco a poco va a convalecer de una enfermedad incurable.  Al parecer, frente a la muerte inminente todo esta perdido, pero no. Para un komsomol, como Pável Korchaguin, no todo está perdido, aún se puede ser útil al país y al pueblo por el que se lucha. Por eso cuando le asaltan los intentos del suicidio, Pável reflexiona para sí lo siguiente:

“¡Todo esto es heroísmo novelesco, hermanito! Siempre y en todo tiempo, cualquier idiota puede pegarse un tiro. Es la salida más fácil y cobarde de la situación. ¡Si te es difícil vivir, pégate un tiro! ¿Pero has probado a vencer tú esta vida? ¿Has hecho todo para romper el cerco de hierro? ¿Te has olvidado acaso de cómo en Novograd-Volinski os lanzasteis al ataque diecisiete veces en un día y, a pesar de todo, lo tomasteis? Guarda la pistola y no se lo cuentes a nadie. Aprende también a vivir cuando la vida se hace insoportable. Hazla útil” (p. 448).

Lo último, el aprender a vivir cuando la vida se hace insoportable no es una simple exhortación vacía o un dicho preñado de impostura, porque lo dice alguien que durante toda su vida no la ha tenido nada fácil. Para Pável las cartas siempre han estado en contra y a pesar de eso ha seguido jugando, burlando incluso a la muerte muchas veces. Pero ahora le queda poco tiempo, el trabajo físico queda definitivamente cancelado. El trabajo intelectual, requiere esfuerzo y se resuelve por ello: decide ser escritor. Se  dedica al estudio con gran ímpetu y cuando poco a poco va perdiendo la visión, empieza a escribir su novela que el lector está por terminar de leer.

Reconociendo la historia del relato, Así se templó el acero es una novela cargada de una gran emoción humana por la vida y por el compromiso social. El compromiso, la solidaridad, el trabajo colectivo, el esfuerzo y el sacrificio para alcanzar algo, la lucha colectiva (y no individual), son ideas y valores que se encuentran presentes a lo largo de la novela. Si hay lectores, y definitivamente los hay, a quienes aquellos valores tan humanos que se encuentra en la novela de Ostrovski les parece una burda exageración, y por ende les resulta reprobable, es porque simplemente se encuentran lejos de todo humanismo.

Es cierto que hay lecturas y lecturas, por ejemplo uno puede rescatar de la novela la imagen de un Pável Korchaguin que lucha como lucharía cualquier sujeto que quiera salvar su pellejo, como ocurre frecuentemente, pero no, Pável es bolchevique. Asimismo uno puede ver en Pável sólo las desgracias que padeció y padece al final del relato, es decir, ver en Pável algo así como a una criatura desventurada, pero no, Pável expresa la dignidad del hombre que no se vence ante la adversidad: Pável es un komsomol. 

Pável siempre ha tenido todo en contra, así como hay millones de hombres y mujeres en el mundo que también la tienen todo difícil, y a pesar de eso ha seguido pa´lante hasta templarse como el acero. Pero templarse como el acero no es un acto individual sino social y colectivo. En la novela el acero se templa mediante valores tan diáfanos y humanos como la solidaridad, la lealtad y el compromiso. Ser leal, solidario y comprometerse, tal vez suene raro en estos tiempos posmodernos. Por eso, aunque resulte exagerado, leer en estos tiempos (tan cínicos y hedonistas) a Nikolái Ostrovski es también una manera de conocer y acercarse a esos valores (si es que uno no los conoce o le son ajenos a su vida) o de reencontrarse con ellos (si uno los ha perdido). 

Así se templó el acero no sólo es una novela histórica-testimonial para el deleite y el ocio intelectual, sino ante todo es una apuesta moral ante la vida, a saber, la lucha por una nueva vida y por una nueva sociedad. 


Juan Archi Orihuela
Sábado, 11 de enero del 2014.


Referencia bibliografica

OSTROVSKI, Nikolái
1975    Así se templó el acero. Progreso, Moscú.