“(Hoy) la soledad se
esconde tras un teclado”
(José Mujica)
Al parecer hay rasgo que tiende a
caracterizar la vida social contemporánea, a saber, la relación impersonal de
los sujetos. La producción de los sujetos actualmente se encuentra
estrechamente vinculada al sentido del espacio virtual en el que suelen
interactuar de manera anodina. En el espacio virtual el sujeto se encuentra
expuesto a una intensidad de sensaciones visuales (imágenes) que asimila como
parte de su constitución existenciaria. En tal condición, su existencia se
encuentra estrechamente vinculada a la reproducción de las imágenes de la que
forma parte. El caso de la red social Facebook es sugerente al respecto porque acentúa,
como ningún otro medio, la reproducción de la imagen en el mundo virtual. Esas
imágenes que se reproducen en el mundo virtual no sólo embelesa y distrae sino que
tiende a soslayar las relaciones cara a cara en el mundo real. La consecuencia
de tal hecho, para decirlo de manera nietzscheana, en el mundo virtual el
hombre tiende a ser sólo un ojo.
El atractivo del Facebook, además
de ser un pasatiempo banal o “comunicativo” __de acuerdo a las necesidades e
intereses del usuario__ es que genera la sensación de que el sujeto se percibe
como un personaje o, en todo caso, es el sujeto quien hace de “su vida en
imágenes” un personaje. Lejos de negar las ventajas muy significativas que tiene
para la comunicación contemporánea, lo que uno puede constatar en el mundo
virtual es que la recreación de aquellos personajes (propiamente dicho son los
“perfiles”) responden a un único sujeto: El sujeto narcisista. El sujeto
narcisista del mundo virtual es aquel que cuenta su vida en imágenes y espera
ser reconocido por ese acto tan insignificante. El sujeto narcisista es parte
de la nimiedad y la mediania a la que considera algo gracioso. Aquel sujeto
narcisista goza mediante la exposición de su vida cotidiana (enfatizando muchas
veces sus miserias y “alegrías”) a través de fotografías (que revelan parte de
su cansina existencia) o por frases que eventualmente se le ocurre para
presentarse como un ser desfachatado e irreverente, evidenciando a su vez una
clara tendencia al cinismo contemporáneo. Asimismo, tal sujeto se encuentra
dispuesto a opinar sobre todo como una suerte de opinólogo censor que
frecuentemente amonesta, corrige, se “apena”, se indigna y hasta incluso suelta
confidencias para aparentar lucidez mientras que en el fondo (evidentemente) se
mofa de los demás a la distancia para sortear la soledad que caracteriza su
existencia.
El sujeto narcisista del mundo
virtual objetiva su existencia a través de deseos propios de un niño grande. La
vida fuera del mundo virtual carece de gracia alguna para este sujeto (al
parecer la vida del mundo real le resulta siempre aburrida) por eso se esfuerza
para hacer de ella una gran mofa para animar su día (y el de sus “amigos”); o,
en su defecto, muestra su indignación, miedos y traumas sobre lo que se comenta
en el día a día como si detentara un gran valor (para que lo sepan todos sus
“amigos”). Al parecer el sujeto narcisista del mundo virtual quiere llamar la
atención fuera de la realidad porque se concibe como un sujeto que excede a la
realidad.
Las alegrías y desventuras que eventualtemente
expone el sujeto narcisista en su “perfil” son las situaciones más frecuentes
que tiene para presentarse como un ser sensiblemente humano mientras se
deshumaniza (horas y días) frente a la pantalla de su computadora (ordenador).
La libertad que enarbola este sujeto, como una necesidad debido a un gran vacío
en su existencia, es esa burda libertad
de expresión que caracteriza al mundo virtual, a saber, la libertad que emana
de la nadería y el absurdo. El sujeto narcisista en el mundo real es uno más
entre otros, pero en el mundo virtual su vida adquiere un valor (voyeurista)
para sus amigos y para quienes pueden interactuar virtualmente con él (o ser
vigilado). Este narcisista se presenta y recrea su vida en imágenes (a través de su perfil y su album fotográfico) como si fuera la vida de un rock-star, a pesar de que su vida sea tan prosaica y tan común como la de cualquier fan "enamorado"; empero, igual expone su vida como si fuera algo importante frente a sus "amigos" y contactos. Este hecho hace que el sujeto narcisista se contemple a través de una vigilancia
consentida. Frecuentemente los demás saben lo que el sujeto narcisista ha
hecho, donde ha estado y con quien se encuentra, intima o se relaciona. Esa
exposición abrumadoramente exagerada que tiende a ser pública en el mundo
virtual es una prolongación de cierta patología aceptada como algo normal, en
la medida que todos hacen lo mismo. Si en la televisión el morbo se convirtió
en una mercancía visual, en el mundo virtual esa mercancía se consiente y
confunde como si fuera un acto de libertad.
Pero esa tendencia narcisista se acentúa
porque hay un sujeto voyeurista. La tendencia a mirar lo que los amigos o
contactos del facebook hacen, es la lógica ineludible de tan mentada red
social. Por eso todo usuario del facebook en el fondo es o tiende a ser un
voyeurista. La pantalla ha sustituido a la ventana y al cerrojo que antes
entusiasmaba al voyeurista. Más aún,
ahora nadie puede censurar al voyeurista porque todos hacen lo mismo. Cuando
todos miran en el mundo virtual, la banalidad de la imagen convierte a la
morbosidad en una necesidad. La condición posmoderna no radica sólo en el fin
de los metarrelatos, como aseguran sus defensores liberales de toda laya, sean
éstos convictos o no confesos, sino sobretodo en confundir la anormalidad como
algo normal.
Mediante el facebook uno se
entera de la reproducción de la vida pública (y también privada) de sus
“amigos”. Es decir, uno se hace voyeurista. Tal vez por eso cuando se
encuentran en el mundo real aquellos sujetos no tienen mucho de que hablar
porque ya saben lo que han visto. La necesidad de enterarse sobre lo que sucede
en ese micro mundo virtual es tan mórbida que linda con la nadería. Nadería que
se celebra jocosamente. Al respecto los comentarios y las opiniones que uno
encuentra en el mundo virtual (específicamente en los llamados “muros”) patentizan
aquella banalidad que acicatea al voyeurista. Por eso muchos vouyeristas confunden
el mirar como si fuera el actuar. Los llamados “memes” (imágenes que se
recrean para llamar la atención o satirizar a tal o cual sujeto) son la mejor
expresión de que la banalidad es tan mórbida y sobretodo cínica.
El voyeurista del mundo virtual
confunde su soledad como si estuviera interactuando socialmente. Mientras más amigos
virtuales agrega, más solo se encuentra. Mientras más mira, más se envilece.
Mientras más vigila, más preso se siente. Mientras más comenta, más ansioso se
vuelve. Este sujeto no tiene parangón en la historia de la humanidad. La
tendencia al voyeurismo es tan normativa en el mundo virtual que nadie se
cuestiona tal condición. Incluso hay una tendencia entre los voyeuristas a
conservar la realidad del instante. Para el voyeurista la realidad puede ser
dudosa y hasta compleja pero la imagen del mundo virtual no lo es (es jocosa,
exagerada, falsa e incluso la considera como algo real).
Figurativamente hablando, el
voyeurista y el narcisista forman parte de las dos caras de una misma moneda
que circula en el mundo virtual. Uno no puede estar disociado del otro. Son
como el macho y la hembra. No se puede entender a uno sin el otro. Más aún, la
condición de la tendencia exagerada de uno de ellos depende de la reproducción sutil
del otro sujeto.
Asimismo en el mundo virtual la
suplantación es también una constante. Los perfiles falsos abundan [1]. Los troles o trolls
(sujetos que se esconden tras el anonimato de un perfil falso) son parte de
aquella tendencia cínica que caracteriza al mundo virtual ya plagada de
narcisos y voyeuristas. A pesar de que exista una diferencia de fondo entre
unos y otros, la frivolidad, la impunidad, la exageración y el desparpajo
cínico los une. Si ya los jóvenes se muestran tan cínicos y desfachatados en su
perfil o por sus comentarios frívolos; los viejos (aquellos que posan junto a
su menor hija o como Indiana Jones en busca de aventuras), que también abundan en el
facebook y emulan el cinismo y la frivolidad de los jóvenes, resultan siendo tan patéticos.
Todos son o pretenden ser ocurrentes en el facebook para que ese espectáculo tan mórbido de mirarse los unos a los otros (vigilarse) continue. Al parecer en el mundo virtual
del facebook, la imagen (que anima la sorna y el comentario estúpido) es el soma que toman millones de personas a diario en el mundo para mantenerse estúpidamente contentos, tan similar como en la novela El mundo feliz de Huxley [2].
Juan Archi Orihuela
Lunes,
17 de febrero del 2014.
[1] Al respecto, yo no tengo cuenta alguna en el facebook, empero me han creado una cuenta y un perfil falso (que no me pertenece) en tan mentada red social. Tal hecho lo tomaba como algo anecdótico, pero que de aquí a un
tiempo me resulta siendo desagradable porque ese sujeto (hombre o mujer o lo
que sea) al hacerse pasar por mi, ha generado malos entendidos en el mundo
virtual con personas que conozco y son precisamente ellos quienes me han
comentado sobre tal impostura.
[2] En parte este artículo es una prolongación de este otro
texto que escribí hace algunos años, llamado Las fotografías narcisistas y el neovoyeurismo. Ver aquí pulse
PS.
Tengo algunos amigos que tienen su cuenta en el facebook a quienes aprecio y valoro, así como también tengo algunos conocidos, colegas y demás. Los primeros, mis amigos, de seguro sabrán comprender la honestidad intelectual acerca de lo que escribo. Los otros, los conocidos, tal vez tomen las ideas que se vierten en el escrito como algo personal u ofensivo. No está demás anotar que mi escrito no tiene ninguna ojeriza personal, ni mucho menos ofende a nadie en particular.