Mientras en la república
argentina el gobierno de ese país recupera el control de la YPF (Nominada
como Repsol-YPF) para los intereses de la nación argentina, en el Perú, a raíz del
mensaje a la nación que dio el presidente el viernes 20 de abril, el gobierno peruano
defiende y avala los intereses, no de la nación, sino de la gran empresa (La
Newmont). Tal medida del gobierno abrirá otra página infausta en la historia
republicana del Perú en la medida que la correlación de fuerzas no ha variado
en el interior de la estructura del Estado (los grupos de poder económico y las
instituciones que defienden los intereses del gran capital ejercen su hegemonía
sobre el espacio político). Las pérdidas de vida humana que generará la
imposición del “Proyecto Minas Conga” recuerda la observación que hiciera en el
siglo XIX Karl Marx cuando anotaba que “el
capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los
pies a la cabeza”.
La imposición política de la
fuerza como una medida gubernamental es animada actualmente por los defensores
del orden neoliberal en el Perú, ya sea de manera explicita:
“Como bien explicó el genial Max Weber, el Estado tiene el monopolio
legal y legítimo de la violencia y tiene todo el derecho de aplicarlo, siempre
dentro del marco de la ley, a los revoltosos que cuestionan el orden civil. No
hay que tener miedo a enfrentar las algaradas antimineras y a combatirlas con
la máxima firmeza. De una vez a romperle el espinazo a ese aparato organizado y
coordinado (desde los partidos ultras y las radios agitadoras hasta las ONG
extremistas) que genera a menudo violencia en provincias con sus
"Frentes" y otros cuentos. Conga puede ser la batalla decisiva para
extirpar a la izquierda violentista que se mueve en esos niveles” (Aldo
Mariátegui)
http://diariocorreo.pe/columna/82389/dos-lagunas/
O, de manera implícita, cuando
reconocen que “Conga va, pero con condiciones”. Como si esas “condiciones” van
a evitar las consecuencias funestas para la agricultura de los campesinos y, sobre todo, mantener la
reproducción de un ecosistema tan vulnerable (amenzado ahora por la extracción minera). Por ello
es obvio que el pueblo campesino de Cajamarca no dará su brazo a torcer. Tanto
sacrificio y tesón mostrado a lo largo de lo que va el conflicto no se va a
detener ante golpes tan duros. Más aún, un pueblo que lucha por causas justas,
como el de Cajamarca, sabe que su lucha no sólo es por la región en la que
viven, sino por toda la nación. Tal vez eso sea difícil de entender para muchos
que viven en la capital, y sobretodo para esos pocos que disfrutan de
privilegios que genera el actual modelo económico. Pero para quienes no tienen
“esos” privilegios, el sentimiento nacional anima todo un horizonte cultural en
el que cobra sentido la palabra en función de la acción (organización). Al
respecto Félix Zegarra comenta:
“El 'capitalino' hizo suyo el espíritu del conquistador
("peninsular"): el saqueo. Por eso no ama a Lima, fácil se va de ella
y no pasa nada. En criollo, la Capital le llega... El provinciano, en cambio,
es diferente. Por "su" tierra muere. Algo que los
"apátridas" mazamorreros (limeños) no pueden entender”
Lejos de exagerar con tal o cual
retórica, los ejemplos históricos al respecto son contundentes. En provincia la vida se
siente de manera diferente, sobre todo si uno recuerda la historia republicana
del país. Lima nunca quiso consolidar una nación en el Perú porque
colonialmente siempre se concibió como “la” nación al arrogarse la
universalidad del “nosotros”, frente a los “otros” a quienes despreció y aún
desprecia, si bien ahora ya no en público, en privado si lo hace (de eso no caben dudas). El
ninguneo político a los "otros" (que siempre se moteja a las formas de lucha en provincia) es
una prolongación de ese desprecio tan naturalizado y legitimado, en privado, mediante la
ideología liberal de la modernidad.
En los próximos días el
movimiento campesino mostrará cual es el poder popular que pueden ejercen
frente al Estado. Con ello no se trata de hacer ninguna apología a la
violencia, ni mucho menos avalar una represión (el gobierno puede evitar otro
“baguazo” si declara inviable el proyecto, pero por lo que dijo el presidente
el viernes 20 queda descartado), ya que la decisión tomada por el gobierno, que
quiere imponer el “Proyecto Minas Conga” a como de lugar, precipitará tal
desenlace. El mandar efectivos militares a la zona, intervenir y perseguir a
los dirigentes del movimiento popular e impedir la movilidad de las autoridades
que apoyan al movimiento popular (como por ejemplo el Presidente Regional de
Cajamarca), son indicios de una clara imposición. Por ello los heraldos negros
que manda el gobierno no es un hecho fortuito. ¿Y si la tropa del ejército frente
a una gran manifestación popular recuerda que también es parte del pueblo que
lucha? Hubo casos como el oficial Jordán Brignole quien evitó, en el año 2008,
mediante el desacato, que la represión del Estado sea funesta.
Frente a un escenario tan aciago
que se abre en estos días, al parecer el pueblo campesino de Cajamarca no tiene miedo
porque su esperanza es mayor: La esperanza de cambiar el rumbo de la nación. En
estas circunstancias más que en otras, en el que las expectativas populares se
encuentran en vilo, la poesía de César Vallejo estremece la epidermis,
de quienes apoyamos la lucha legítima del pueblo campesino de Cajamarca, si uno recuerda o relee: “Voy a hablar de la esperanza”. Que duda cabe, el movimiento campesino
de Cajamarca tiene esperanza, mucha esperanza.
Juan Archi Orihuela
Domingo, 22 de abril de 2012.
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(*) La imagen superior derecha ha sido tomada de aquí:
http://caballeroredverde.blogspot.com/search/label/LORETO%20SE%20SOLIDARIZA%20CON%20CAJAMARCA La imagen acompaña una muestra de apoyo de las organizaciones populares de Loreto a la lucha del pueblo de Cajamarca.
(**) Asimismo se puede revisar las siguientes direcciones al respecto:
http://aguamina.blogspot.com/
http://celendinlibre.wordpress.com/
http://caballeroredverde.blogspot.com/
http://grufidesinfo.blogspot.com/