Ensayos, artículos y una serie de escritos de reflexión y de opinión.
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domingo, 3 de noviembre de 2013

Los campos roturados de Shólojov


Mijaíl Shólojov (1905-1984) fue uno de los grandes escritores soviéticos que destacó en el siglo XX. Su producción literaria ha sido reconocida mundialmente en 1965 con un merecido Premio Nobel. Su narrativa se asienta, como no podía ser de otra manera, en el realismo ruso, que a lo largo del siglo XX se caracterizó por estar estrechamente vinculada con la lucha del pueblo ruso y con las transformaciones sociales que generaba la construcción del socialismo. La consecuencia de tal rasgo, culturalmente acicateó el talento de muchos jóvenes escritores que como Shólojov no provenían de las clases privilegiadas que caracterizaba a la Rusia zarista, sino de las clases trabajadoras (obreras y campesinas).

La guerra marcó a muchos escritores soviéticos, Shólojov fue uno de ellos. A los 15 años el joven Mijaíl Shólojov se hizo combatiente y formó parte de una unidad especial del Ejército Rojo (en 1920) cuya misión fue aplastar a la contrarrevolución que había iniciado la guerra civil contra el poder soviético en las estepas del Alto Don. Fruto de aquella dura experiencia fueron los Cuentos del Don (1925) y su monumental novela en cuatro tomos El Don apacible (1928) [La publicación del primer tomo fue en 1928 y los demás aparecieron luego entre 1930-1940].

Shólojov fue hijo de campesinos pobres, procedente de una aldea rural, su familia formaba parte de aquellos grupos cosacos asentados cerca al río Don. Esa cercanía con el campo y con las costumbres del campesino ruso cosaco, se ve muy bien expresada en algunas de sus novelas. Por eso la recreación de la condición social y cultural del campesinado ruso en la narrativa de Shólojov permite que el lector se acerque, por otros medios claro está, a tópicos tan complicados de entender por quienes son ajenos a la vida del hombre en el campo. Entre aquellos tópicos que forman parte de la vida del hombre que rotura la tierra se encuentran: el problema de la tierra, sus condiciones materiales de vida, así como sus deseos, ojerizas, temores y esperanzas. Pero la vida en el campo no es nada idílica.

Como históricamente se sabe, el campo ruso había pasado por una serie de fases económicas que lo habían marcado económica y socialmente tras el triunfo de la Revolución Rusa. La primera fue el "Comunismo de guerra" (1918-1921) que impuso medidas extremas de racionamiento y requisición a la producción del campo. El Estado soviético monopolizó la producción agrícola, incautando la producción del campesinado y dejando sólo lo necesario para la subsistencia de las familias campesinas. A ello se sumaría el trabajo obligatorio, la prohibición del comercio libre y las leyes impuestas sobre el comercio del pan y el grano, medidas que resintieron a la clase campesina, hecho que fue muy bien capitalizado por los contrarrevolucionarios que no dudaron en azuzar esas contradicciones que el nuevo poder generaba. Tales hechos hicieron posible que la guerra civil (1917-1923) que se desató entre los rojos (los revolucionarios) y los blancos (los contrarrevolucionarios), colores con el que se les conocía y diferenciaba a los ejércitos que lidiaron en aquella guerra civil, alcanzara la crueldad que desangró terriblemente al campo ruso. Por eso en 1921 la NEP (La Nueva Política Económica) que impulsó Lenin tuvo como uno de sus objetivos apaciguar esas contradicciones y el descontento generado en el campo. Empero la NEP (1921-1928) creó nuevos problemas al estimular la aparición de una nueva burguesía, y en el campo reforzó el poder y la posición de los campesinos ricos (los kulaks) en desmedro de los campesinos pobres. Luego de esas dos fases se inicia una tercera, a saber, la colectivización del campo comprendido en el Primer Plan Quinquenal (1928-1932). La aplicación del Primer Plan Quinquenal no fue nada fácil para el poder soviético, costó mucho esfuerzo y sacrificio para el país en su conjunto, la experiencia en el campo es prueba de ello.

Sobre esa dura experiencia de la colectivización en el campo trata la novela Campos Roturados cuyo primer tomo se publica en 1932, fecha además en el que finaliza el primer Plan Quinquenal; el segundo tomo se publica tardíamente entre 1954 y 1960, por una serie de razones, durante la Segunda Guerra Mundial una bomba destruye el hogar de Shólojov, perdiéndose así los manuscritos del segundo libro casi concluido, hecho que exige al autor a rehacerlo todo de nuevo, con el mismo ánimo que exige la reconstrucción del país devastado por la guerra.

Campos Roturados recrea la experiencia de la colectivización de la tierra. Tal medida tuvo como punta de lanza la necesaria creación de los Koljoz (Granjas colectivas). Muchos de los pasajes que recrea la novela son fruto de la experiencia de su autor como organizador de Koljozes en el Don. Cuando Shólojov asumió la labor de organizador de Koljoz presenció el sabotaje que celosa y secretamente tramaron los kulaks (campesinos ricos) contra el poder soviético, a saber, asesinatos de campesinos comprometidos con el poder soviético, acaparamiento de la cosecha, sacrificio de animales del koljoz, quema de la cosecha, esparcir rumores contra el poder soviético y la confabulación en unión con algunos remanentes de la contrarrevolución zarista.

En gruesas líneas, Campos Roturados muestra una serie de contradicciones que acaecen en la vida del campo ruso, que no se reduce sólo al carácter de clase entre los kulaks (campesinos ricos) y los campesinos pobres o medios, sino que también comprende la rivalidad entre stanitsas (poblados cosacos), ahora organizados en koljoz, la rivalidad interna entre familias campesinas de una misma stanitsa, así como los miedos y recelos del campesinado ante las medidas que el nuevo poder (el poder soviético) ejerce. Todo ello acaece en la stanitsa de Grimiachi Long en el que la inexperiencia de sus dirigentes, jóvenes muchos de ellos, van hilvanando las historias de vida de los miembros que comprenden aquel poblado campesino.

En Campos Roturados la idiosincrasia del campesinado ruso cosaco, que su autor conocía muy bien, es un tema muy bien trabajado, así como la resistencia del campesinado, aferrado aún a la propiedad y carente de organización, ante el cambio que el poder soviético ejercía. Sin lugar a dudas Semión Davídov es el personaje de la novela, obrero de la fábrica de Putilov (en Moscú) es designado para organizar en Gremiachi Long el koljoz. Junto a él se encuentran Makar Nagúlnov (Secretario de la célula del Partido Comunista de Gremiachi Long y ex-combatiente del ejército rojo cosaco que enfrentó la contrarrevolución en el Don) y Andréi Stepanovich Razmiótnov (Presidente del Soviet de Gremiachi Long, joven cosaco, también ex-combatiente del ejército rojo), las historias de ambos personajes le dan oxigeno a la historia en su conjunto porque sus dramas personales hilvanan las demás historias de vida de una serie de personajes que aparecen a lo largo de la novela, campesinos todos ellos que hacen que Campos Roturados diste de ser una mera novela panfletaria y adquiera la belleza que caracteriza a la narrativa de Shólojov. Las historias del ya viejo herrero Ippolit Sidorovich Shali y del abuelo Schukar, son muy sugerentes al respecto, a pesar que ambos personajes no tienen los mismos ritmos. El herrero Shali es callado, serio y muy observador, mientras que el abuelo Schukar tiene un papel muy jocoso y a la vez muy tierno. En el segundo tomo de la novela el abuelo Schukar se lleva las palmas, no porque sea un convencido comunista (ni siquiera el abuelo sabe muy bien qué es ser un comunista) o haga actos heroicos (casi toda su vida se la ha pasado a salto de mata), sino porque se convierte en el personaje que identifica, mediante sus ocurrencias, al pueblo campesino, al cosaco del Don.

Por otro lado, con la lectura de Campos Roturados uno reconoce, parafraseando parte de una canción conocida, que tan "absurdo es suponer que el socialismo es sólo la igualdad y las buenas leyes, el sueño se hace a mano y sin permiso, arando el porvenir con viejos bueyes". Precisamente los viejos bueyes, junto al duro trabajo del campesino, las dificultades por las que pasa toda organización popular, se recrean muy bien en la novela, así como se muestran los errores y los nuevos problemas que genera el poder soviético en el campo. Al respecto, entre otros pasajes, el herrero Shali espeta a Davídov (el presidente del Koljoz) lo siguiente: 
"__ Enseño el oficio a un huerfanito. Ningún mozo quiere trabajar en la herrería. ¡El poder soviético los tiene categóricamente mimados! Unos quieren ser médicos, otros, agrónomos o ingenieros, y yo me pregunto: cuando nos muramos los viejos, ¿quién va a hacer botas, coser pantalones y herrar caballos para el pueblo? Lo mismo pasa con mi oficio: no hay forma de conseguir que alguien venga a trabajar a la herrería; huyen del humo de la fragua como el diablo del agua bendita" (Tomo 2, p.143).  
Por todo ello, Campos Roturados es una novela muy aleccionadora, históricamente hablando, y también muy reflexiva en diferentes pasajes e historias de vida de sus personajes. Si hay algo que caracteriza a la novela en su conjunto es esa compleja trama humana de quienes han luchado y convivido y conviven aún en la pobreza y la adversidad en la vida del campo; y, sobretodo, se encuentra aquella esperanza que anima la vida de millones de hombres y mujeres del campo que luchan a pulso por una nueva sociedad. 



 
Juan Archi Orihuela
Domingo, 03 de noviembre del 2013.

Referencia Bibliográfica

Shólojov, Mijail
1975 Campos Roturados (2 Tomos). Progreso, Moscú.